6 de septiembre de 2025
la trampa 01

Un gran ejemplo de lo que genera el director

Un padre y su hija adolescente asisten a un concierto de pop, donde se dan cuenta de que están en el centro de un evento oscuro y siniestro.


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Por Ignacio Pedraza

Muchas veces escuchamos a críticos, artistas y demases decir que se perdió esa práctica de debate a la salida de la sala. Que una película nos deje charlando, analizando sin importar con cuantas herramientas teóricas contamos o si el debate se lleva por el camino de la razón o de pura pasión. Eso fue lo que destacó al séptimo arte, que en cierta medida le dio el espacio de lo popular por la democratización de la palabra tras su proyección.

El director M. Night Shyamalan volvió a la pantalla grande –como viene presentándose de manera continua- y sus propuestas siempre son de amplio acceso del público a la sala: por el género en el que se mueve –siempre funcionales a la taquilla- o por el propio nombre de su realizador. Desde descuidados que apenas lo tienen como “el de Sexto sentido” hasta fans acérrimos a su filmografía que están expectantes por cada uno de sus proyectos, pasando por la misma cantidad de detractores que aprovechan la posibilidad para denostar contra el agasajado, sus trabajos no son olvidables y no es casualidad encontrar muchos asientos ocupados en épocas de vacas flacas.

Su última creación, La trampa (The Trap, 2024), no es la excepción: el propio director habló de relacionar una “especie de El silencio de los inocentes en un recital de Taylor Swift” y su interesante premisa no falla: un padre (Josh Hartnett) lleva a su hija (Ariel Donoghue) al concierto de la artista pop del momento, Lady Raven (Saleka). Sin embargo, todo el show está apuntado a dar con el paradero del alter-ego de Cooper, el asesino serial que denominaron como “el carnicero”. Dicha sinopsis evidencia una marca Shyamalan para los conocidos, y una propuesta interesante para aquellos que solamente quieren disfrutar de una buena historia en la pantalla grande.

¿Se acuerdan de ese tercer grupo que solo espera la ocasión para atacar al hindú? Desde su boca saldrá millones de excusas para acreditar que el largometraje se desinfla a partir de la segunda mitad y que el delirio y la inverosimilitud del director están a la orden del día. Del otro lado de la pantalla uno podría justificar esos pensamientos con justa razón o no, pero fuera de disputa parece estar que cada propuesta posibilita la discusión y la capacidad de pensar por nosotros mismos las líneas trazadas del director para llevar adelante el thriller; es decir, no nos es indiferente la propuesta.

Shyamalan no se pasa de pretencioso en sus trabajos ni presenta un embarullado código al que sea necesario ingresar para poder atravesar sus proyectos; definitivamente es un realizador popular. En este caso, desde la perspectiva del asesino, nos adentramos en su cabeza con las estrategias para poder escapar del lugar sin dar con la policía ni el FBI. El arduo trabajo del personaje de Hartnett –que si no fuera una obra popular, ya lo estarían pidiendo para llevarse alguna estatuilla- es el mismo que afronta el director, con el riesgo de generar empatía o que lo quieran correr con la verosimilitud, cuando el género –y aún más él- nunca contó necesariamente con ese recurso como indispensable.

En su reciente estreno hasta se permite alguna que otra carcajada adrede, más allá de ese ambiente espeso que tiene que superar el protagonista. ¿No se toma en serio lo que construye? Claro que sí, pero pasamos por tantos pasajes durante el film –generando todo eso en apenas una hora y cuarenta minutos- que la montaña rusa permite encontrarnos ante diferentes posiciones que también son habituales del nominado al Oscar. La musicalización de Herdís Stefánsdóttir alternando entre la típica música ascendente de suspenso que combina bien con los temas pop de la artista en el escenario -¿toda la producción sirve para impulsar la carrera de la hija del director? Poco nos importa- también evidencia sobre esta polifacética narración.

La cuestión no pasa porque simplemente hablen, bien o mal; o que estas líneas lo propongan al director como salvador de las salas –nada más alejado de ello-. Pero sí resaltar la capacidad que Shyamalan tiene para que cada uno de sus proyectos, en un primer momento, despierte interés de acercar a la gente a la pantalla grande y, a la vez, que posterior a su proyección todos tengamos algo para decir. Sin que venga todo masticado para el espectador más holgazán o de manera lineal para no ofender es un riesgo en estos tiempos, y uno podría pensar que por esto él es un valiente.



TÍTULO: La trampa
TÍTULO ORIGINAL: Trap
DIRECCIÓN: M. Night Shyamalan.
ELENCO: Josh Hartnett.
GÉNERO: Terror. Suspenso.
ORIGEN: Estados Unidos.

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