
Dilema pujando por su lugar
El reconocido productor musical David King parece gozar de su fama e impulsos para seguir creciendo en los negocios, aunque el secuestro de su hijo Trey puede hacerlo cambiar de objetivos. Sin embargo, cuando descubren que los captores lo confundieron con el hijo de su chofer Paul, el dilema y los pasos a seguir no se hacen esperar.

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Por Ignacio Pedraza
La grandilocuente musicalización de Howard Drossin y ASAP Rocky junto a las tomar aéreas de Nueva York durante los créditos iniciales nos hacen pensar, como demuestra el bien puesto apellido del personaje de Denzel Washington, que David King no deja ser ante todo su majestad en el negocio de la música. Casi como si el propio productor musical, de un oído envidiable, musicalizara todo el prefacio, los ritmos en Del cielo al infierno (Highest 2 Lowest, 2025) se paralizan en una parte precisa: cuando un llamado telefónico le avisa que su hijo Trey (Aubrey Joseph) fue secuestrado.
El singular Spike Lee adapta El infierno del odio (Tengoku to Jikogu, 1963), la obra maestra de Akira Kurosawa, para traernos a nuestros tiempos el dilema el protagonista cuando descubre que los secuestrados no tienen a su primogénito sino a Kyle (Elijah Wright), hijo de su chofer Paul (Jeffrey Wright). ¿David pondrá los 17.5 millones solicitados para rescatar a alguien que no es su hijo? ¿Cómo quedará parado ante conocidos y extraños por la decisión que tome?
La nueva propuesta de Apple TV+ y A24 se basa en el clásico del director japonés –y la novela de Evan Hunter– pero Lee toma dicha disyuntiva solo de disparador para adentrarse en la perspectiva del personaje de Washington, brindándonos un viaje a los diferentes estados de King. Podríamos dividir el largometraje en dos mitades: la primera se basa en el dilema que tiene el protagonista, mientras que la segunda parte se focaliza a partir de esa resolución para el propio King y sus consecuencias.
Tal vez dicha adaptación cumple a la perfección con la posibilidad de reformar una obra, que se conjuga con lo experimental que resulta el nuevo estreno de la plataforma de la manzana: Spike decide honrar la obra maestra del reconocido realizador nipón pero no deja de contar con una visión muy particular y con el sello del nacido en Atlanta, quizá con mejores resultados del que fue su Oldboy (2013).
Hay dos puntos altos que permiten reforzar esta idea: la musicalización de Drossin y Rocky –este último con un papel en el reparto- es una pieza clave en el film y nos acompaña durante todo el relato –por momentos puede llegar a desconcertar-, contando con un abanico muy amplio de repertorio donde se destaca la presencia de Eddie Palmieri. Dicha noción se justifica al pensar que la figura principal del film original, Kingo (Toshiro Mifune), era un empresario relacionado al mercado del calzado; mientras que el nuevo protagonista es un exitoso empresario de la industria musical.
Por otro lado, su director logra impregnar cuestiones raciales y sociales, que nunca estuvieron exento en su filmografía, que logra congeniar de manera armoniosa con la trama. Ya sea en las interacciones de sus personajes como en la fotografía de Matthew Libatique, las ideas de Lee y el guionista Alan Fox están bien marcados en la búsqueda de darle una impronta a la historia para que no caiga en lo genérico.
Dentro del reparto, Washington logra darle volatilidad a su personaje –se lo ve disfrutando de su interpretación, aunque no al nivel de Gladiador II (2024)- y sus matices evidencian la figura estelar que es. Wright apenas tiene retazos –por momentos, irónicamente, su Paul parece el personaje ficticio que creó su Monk en American Fiction (2023)- y el resto, sin sobresalir, están a tono acompañando al gran Denzel.
Es inevitable ponerle un punto de aclaración a Del cielo al infierno: si bien ninguna película es para todo el mundo, la singularidad de esta es bien notoria, queda claro el nombre del director a cargo y a partir de la segunda mitad, principalmente, puede descolocar al público ocasional. Sin embargo, son los mismos atributos que la hacen particular los que nos permiten disfrutarla.
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