29 de octubre de 2025
maldita suerte

Cenar y bailar con el azar

Lord Doyle lleva una adrenalínica vida en Macao, y la mala suerte en el juego lo condena: deberá encontrar rápidas soluciones ante las múltiples deudas y un pasado que lo acecha, por lo que su encuentro con la incógnita Dao Ming puede ser la respuesta.


Si te gusta lo que hacemos, podés colaborar con tu aporte.

Invitame un café en cafecito.app

Por Ignacio Pedraza

Las silenciosas imágenes reflejadas dentro de un coqueto hotel parecen demostrar el lujo y la vanidad de Lord Doyle (Colin Farrell), hasta que un insulto al aire del protagonista explota en la pomposa musicalización de Volker Bertelmann y demuestra el aprieto en el que está. Maldita suerte (Ballad of a Small Player, 2025) es la nueva película de Edward Berger que parece alejarse de sus dos últimos trabajos para brindar una obra con características proporcionalmente opuestas, aunque a lo largo del visionado vamos a encontrar que aquellos primeros encontronazos con la historia toman distintas posturas.

El arranque es frenético, con una comicidad no siempre presente en el director alemán y un tono sarcástico del que parece satirizar sobre las problemáticas de Doyle, apoyándose en el ritmo exaltado y una fotografía de James Friend que aprovecha los carteles lumínicos de la región asiática –también conocido como “Las Vegas de Asia”, como para entender hacia dónde va ese camino de excesos-.

Luego de adentrarnos en la situación del personaje de Farrell enfrentando sus múltiples deudas, la irrupción de Cynthia (Tilda Swinton) no lo ayuda: la detective privada tiene que dar con el paradero de Doyle, por algunos chanchullos del pasado que quedaron sin resolver. Contra la espada y la pared, la solución o boleto de salida parece encontrarla con Dao Ming (Fala Chen), una trabajadora del casino privado Rainbow –del que también es moroso- con quien planea huir.

A partir del conflicto presentado, el tono irá sufriendo modificaciones para ir menguando en su ritmo y pasar a un tono más intimista que pone el foco en el actor irlandés tanto por las presiones que va sufriendo su personaje –la vorágine inicial aporta para comprender ese torbellino de problemas-como por el costado más espiritualista que aborda nociones fantasiosas, fortaleciéndose con la idiosincrasia del lugar al calendarizarse la trama durante el festival de fantasmas hambrientos –una especie de Día de los Muertos asiático-.

Entre esos dos espacios aborda la propuesta Berger –con guion de Rowan Joffe, a partir de la adaptación de la novela de Lawrence Osborne-, donde promediando el metraje parece pausarse pero para volver al cierre con las peculiaridades del inicio. Lo mismo sucede en las interacciones del protagonista con el resto del reparto: junto al personaje de Chen observamos los tonos más sosegados –y coqueteando con el romance-, mientras que con la actriz británica es evidente la tonalidad más disparatada –la escena poscréditos evidencia esta idea-.

Este cambalache de estilos y ritmos parece justificarse en su personaje principal, y tomando la temática de redención como foco primordial en el estreno de Netflix, que sorprende tanto por lo que se podía esperar de nombre en la silla de director –sigue dando cátedra respecto a ciertos ángulos y planos de cámara que se disfrutan- pero que a la vez logra mantenerse por el compromiso de Farrell, quien en cada papel demuestra que es uno de los mejores de la actualidad.


Si te gusta lo que hacemos, podés colaborar con tu aporte.

Invitame un café en cafecito.app

About Author

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Social media & sharing icons powered by UltimatelySocial