Una niña envuelta en un drama judicial
Múnich, 1962. A los 12 años, Karla encuentra el coraje de abandonar a su familia y denunciar a su padre por abuso sexual. En una época en la que la voz de los niños rara vez era escuchada y la violencia se disfrazaba de “método de crianza”, su reclamo se convierte en un acto de resistencia. Frente a un entorno hostil y desconfiado, Karla deposita su esperanza en el juez Lamy, quien decide escucharla y acompañar su búsqueda de justicia.

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Por Gastón Dufour
Karla se propone revisar un caso ocurrido en Múnich a comienzos de los años sesenta, cuando la estructura judicial y social tendía a legitimar la palabra adulta por encima de cualquier testimonio infantil. Christina Tournatzés toma ese punto de partida para construir un drama judicial centrado en los procedimientos y en la forma en que la institucionalidad de la época procesaba la denuncia de una menor. Lejos de convertir la historia en un ejercicio de shock, la directora trabaja sobre la mecánica del caso y sobre el modo en que una niña de doce años llega a quebrar un sistema que consideraba la violencia familiar como asunto privado.
Desde el guion, la película opta por una progresión lineal que evita el subrayado y se concentra en la exposición de hechos: la decisión de Karla de dejar su casa, el registro de su declaración y la interacción con un entorno adulto que oscila entre la incredulidad y la incomodidad. El texto avanza mediante escenas breves, muchas de ellas basadas en transcripciones o reconstrucciones verificables, lo que permite que el conflicto no dependa de golpes emocionales sino del trabajo sobre la palabra y su validez legal. Esa elección define el tono general y convierte al relato en un estudio de cómo opera la justicia en casos donde la víctima es considerada incapaz de interpretar su propia experiencia.
La puesta en escena se mueve en espacios institucionales —tribunales, oficinas, pasillos escolares— y Tournatzés trabaja la composición de cada ambiente pensando en la rigidez de la época. No hay énfasis moral desde la fotografía ni una búsqueda de dramatización a través de la luz; la imagen funciona al servicio del registro, sin intentar producir una lectura sentimental del caso. Esa contención visual permite que el foco permanezca en los procedimientos y en las dificultades que encuentra la protagonista para ser tomada en serio.
Las actuaciones se integran a ese enfoque. El juez Lamy está construido no como figura salvadora, sino como profesional que reconoce una falla del sistema y decide intervenir. La película se sostiene allí: en la fricción entre lo institucional y lo testimonial, y en la reconstrucción de un momento en el que escuchar a una niña implicaba desafiar la norma. Karla se afirma desde esa perspectiva, privilegiando la claridad narrativa y el análisis de un contexto legal que hasta entonces relegaba la palabra infantil a un segundo plano.
TÍTULO ORIGINAL: Karla
ELENCO: Elise Krieps, Rainer Bock, Imogen Kogge, Torben Liebrecht, Katharina Schüttler, Robert Hunger-Bühler, Frank Vockroth, Carlotta von Falkenhayn, Ulla Geiger, Ben Braun
DIRECCIÓN: Christina Tournatzés
GUION: Yvonne Görlach
MÚSICA: Alexander Rubin
MONTAJE: Isabel Meier
PAÍS: Alemania
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