
Los tiburones bailan al ritmo de Ooby Dooby
Zephyr, una surfista rebelde, es secuestrada por un asesino obsesionado con los tiburones y llevada mar adentro, donde nadie puede oír sus gritos. Atrapada en su bote, deberá enfrentarlo e intentar escapar antes de convertirse en su próximo sacrificio.

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Por Ignacio Pedraza
Imagino a un grupo de jóvenes que tienen como idea ir al cine como salida casual. Si son amantes del terror y buscan una propuesta pochoclera, se encontrarán en la cartelera con una en particular que cumple con dichos atributos, a través de un póster y un título bien sensacionalista: Animales peligrosos (Dangerous Animals, 2025) se abraza al género clase B y responde a todos los clichés que uno esperaría como tal.
Lo nuevo de Sean Byrne –sin ser un director con vasto recorrido, parece quedarse en su puñado de propuestas en el molde del género- nos lleva a las costas de Australia, donde el pescador Tucker (Jai Courtney) recibe a turistas en su barco para que conozcan la experiencia de nadar con tiburones. Pero al viejo pescador no le interesa tanto el dinero, sino secuestrar a las mujeres para que sirvan como carnada de los propios escualos. Por una desgraciada coincidencia, la solitaria Zephyr (Hassie Harrison) termina siendo presa del psicópata, por lo que deberá encontrar de manera urgente la forma de escapar, sin contar con la ayuda de nadie al estar mar adentro.
Más allá de que la incorporación de los animales marítimos es interesante y un recurso más que utilizado a lo largo de la historia –que van desde el clásico de Steven Spielberg hasta de la ic(r)ónica saga de SyFi-, el realizador junto al guionista Nick Lepard los utilizan apenas de reparto o como decorado –con unos efectos especiales que hacen lo que pueden, pero que tampoco es motivo de crítica- ya que su principal enfoque está en el trabajo del maléfico protagonista y los intentos de escape del personaje de Harrison. El gore resulta un tanto contenido más allá de algunas escenas en particular y las escenas bajo el mar no están explotadas del todo.
Uno podría pensar que esto se explica debido a que el título es metafórico, y que el verdadero peligro pasa por la figura del reparto: en una producción totalmente olvidable, el actor australiano se pone el proyecto al hombro e interpreta a un demente que cuenta con rasgos humorísticos y que podría haber sido aliado del payado del crimen en Gótica. Siendo lo más destacado del largometraje –del que parece haber disfrutado de su personaje sacando a relucir todo su histrionismo-, afortunadamente no cuenta con tanto desarrollo ni motivos –no hay necesidad en trabajos así- pero con el correr de los minutos parece ir desinflándose. En contrapartida, cabe destacar que la surfista Zephyr es más que una scream queen y uno logra ir modificando las percepciones sobre ella, que en un inicio no despierta nada de empatía.
El guion no aporta nada nuevo dentro del género, que alterna entre no tomarse muy en serio lo que propone y abordar cuestiones que resultan poco verosímiles –la relación entre la joven y Moises (Josh Heuston), junto a la investigación de este, resulta poco atrayente-. La musicalización de Michael Yezerski con mucha presencia de Creedence, marca la tonalidad volátil.
Las expectativas o suspicacias que puede tener uno antes de entrar a la sala respecto a Animales peligrosos coincidirán con lo que verá en pantalla, apuntando al entretenimiento más plano y pasatista posible, usando como carnada a los pobres tiburones que poco tienen para nadar en estos océanos.
TÍTULO: Animales peligrosos
TÍTULO ORIGINAL: Dangerous Animals
DIRECCIÓN: Sean Byrne.
ELENCO: Hassie Harrison, Josh Heuston, Jai Courtney.
GÉNERO: Thriller. Terror.
ORIGEN: Estados Unidos.
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