Cuando los recursos no destruyen las ideas
Jorge, un hombre que vive en un edificio inteligente y se ve obligado a cuidar de un gato a cambio de alojamiento. Cuando el gato muere, Jorge se ve obligado a enfrentarse a una situación inesperada: una joven se presenta en su puerta y afirma ser la reencarnación del felino.
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Por Ignacio Rapari
7 Vidas, el nuevo largometraje de La Sarna, estrenado en la 25ª edición del BARS, presenta una propuesta desopilante que alcanza sus mayores logros en dos aspectos cruciales. En primer lugar, la convivencia de elementos que, al fusionarse entre sí, logran un nivel de autenticidad impredecible: desde un edificio inteligente controlado por inteligencia artificial (una especie de computadora HAL 9000 de 2001: Odisea del espacio), pasando por un patético antihéroe (Joaquín Gallardo) que deberá enfrentarse a todo tipo de obstáculos, hasta un gato muerto que reencarnará en una misteriosa mujer (Maia Barrio). Además, no faltarán para este cóctel irresistible algunos extraños vecinos, dos porteros de la «vieja escuela», tan desagradables como hilarantes y cucarachas psicotrópicas.
Por otro lado, la película dirigida por Alejo Rébora, escrita conjuntamente con Matías Oniria, es un claro ejemplo de cómo aprovechar los recursos con un presupuesto limitadísimo y un tiempo prácticamente récord, ya que el rodaje no excedió las dos semanas.
En ese sentido, destaca la notable construcción del espacio (el edificio adquiere un protagonismo absoluto, remitiendo a los mejores momentos de esa joya nacional llamada Fase 7), el diseño de producción y, fundamentalmente, el ritmo, ya que en sus escuetos 80 minutos de duración no hay lugar para que la acción se detenga.
Sin lugar a dudas, 7 vidas es un ejemplo destacado de cómo se realiza una película 100% independiente y lo que se puede lograr cuando el ingenio y la vocación son los pilares fundamentales de cualquier proyecto.
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