Una guerra divina
Tras la muerte del Sumo Pontífice, el cardenal Lawrence se dispone a investigar a sus colegas para conocer qué esconden debajo la sotana y así dar con el mejor sucesor. O, al menos, el menos peor.
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Por Lucas Soto
Con paso apresurado, el cardenal Lawrence (Ralph Fiennes) ingresa a la habitación en donde yace el cuerpo sin vida del Papa. Rodeado por los cardenales más cercanos, Tremblay (John Lithgow), Bellini (Stanley Tucci) y el mismo Lawrence, el cuarto se llena de lamentos. Y oportunidades. Tras remover el Anillo del Pescador del pálido dedo del fallecido, una nueva vacante se abre, y con ella la caja de Pandora.
Lawrence, que presentó en el pasado su postura para resignar a su actual puesto de cardenal, no tarda en contemplar, junto a Bellini, que la vacante papal es más que codiciada por aquellos que buscan deshacer el trabajo que el obispo de Roma supo llevar durante los últimos años. Antes de que el cónclave dictamine al nuevo sucesor a través de una ardua votación, los susurros inundan los pasillos del Vaticano, dando inicio a una guerra conspirativa por el destino del Santo Grial.
Si el director Edward Berger planteó en Sin novedad en el frente las consecuencias directas del campo de batalla en los hambrientos soldados que sobrevivían al contrarreloj del armisticio, en Cónclave se dispone a presentar una guerra fría divina, en donde cada representante concentra sus fuerzas en formar alianzas para que así, durante el cónclave, cada voto cuente a su favor.
Mientras tanto, los verdaderos afectados -el pueblo- se levanta en fuera de campo, con autobombas que golpean la puerta de la Capilla Sixtina. Como Matthias Erzberger (Daniel Brühl), el político alemán en pro de terminar la Gran Guerra y firmar la paz, el cardenal Lawrence se para frente a sus colegas con el fin de que la sucesión papal sea lo que la iglesia necesita, y no lo que sus contendientes quieren.
Con dejos detectivescos propios de la obra de Dan Brown y su carismático Robert Langdon, la película conoce sus puntos álgidos -elenco estelar, puesta en escena y planificación- como también los que opacan, mínimamente, lo construido. Con una duración apretada y un guion apresurado en su resolución, Cónclave parece no estar a la altura de su propia premisa, pero el relato de Berger como la ejecución actoral de Fiennes y compañía elevan a la obra, dándole una tridimensionalidad que hace de sus personajes el verdadero patio de recreo del director.
TÍTULO ORIGINAL: Conclave
DIRECCIÓN: Edward Berger
ELENCO: Stanley Tucci, Ralph Fiennes.
GÉNERO: Suspenso.
ORIGEN: Estados Unidos.
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