5 de mayo de 2024

Llega a los cines argentinos la película de terror del año.

Un hombre es encarnado por un demonio en la ruralidad de un pueblo perdido, lejos de las grandes ciudades. Dos hermanos encuentran a este hombre a punto de dar a luz al mal y advierten a los vecinos del pueblo sobre el horror que está por estallar. Deciden deshacerse del hombre encarnado, pero lo único que logran es acelerar el proceso.


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Por Ignacio Rapari

En la terrible madrugada se palpita la muerte
La calle respira violencia del infierno del hombre…
…El odio que vive en el corazón de la ciudad se enciende
Con tal fuerza que ni el dolor que nos castiga lo comprende
Cuando acecha la maldad…


Disparos. La inmensidad del campo, retratada tanto con la oscuridad de la noche como con un plano cenital de los hermanos protagonistas. Pedro (Ezequiel Rodríguez) y Jimi (Demián Salomón), yendo a corroborar qué sucede durante los primeros rayos de sol. El descubrimiento de un cuerpo desmembrado, rodeado de artilugios desconocidos y perros casi desesperados por probar las tripas que ofrecen los restos de la víctima. Desde ese momento, solo transcurrirán cinco minutos para que Pedro y Jimi lleguen a Uriel, un “embichado/encarnado” (sic.) mórbido y putrefacto que es cuidado a duras penas por su madre y su hermano pequeño, que aguardan con paciencia -pero inquietud y resignación- la llegada de un visitante foráneo que se ocupe de solucionar el problema. Hasta que todo se vaya “al diablo”.

Independientemente de que Aterrados, la película anterior de Demián Rugna, cosechó un éxito sin precedentes en el cine de género nacional, la nueva obra del director de zona oeste no necesariamente se trata de una mejor película, pero sí de una apuesta con muchísimas más ambiciones. Desde ya, lo que antes transcurría en los alrededores de un barrio y las casas del mismo, ahora se traslada a un abismo rural en el que la maldad se vale de la ventaja de poder estar en cualquier parte, de las formas más inadvertidas y confusas y -claramente- de la manera más despiadada posible. En ese sentido, cuando su director explicó en una de las funciones de prensa de la película que se tomaron muchos riesgos y se trabajó con una libertad absoluta debía apuntar a eso: Cuando acecha la maldad es una de las películas más despiadadas, salvajes y poco amables que el terror comercial brindó en muchísimo tiempo.

Con un nivel de puesta en escena fascinante en el que se destacan secuencias tanto diurnas como nocturnas (la llegada de los hermanos al centro del pueblo con ese famoso pitbull en escena tiene algunos de los minutos más desesperantes que se recuerden), Cuando acecha la maldad es un relato de horror que no solo atraviesa la pantalla (hay varios momentos que pueden “olerse” desde la butaca) sino también la manera de vivir el género en una sala de cine. Claro que puede sonar exagerada tamaña afirmación, más tratándose de una película que no está exenta de algunas falencias en el tramo final, pero eso no impide que, en tiempos de corrección, tibieza y lugares comunes, la película rompa cánones en el cine comercial de terror contemporáneo. En el despiadado y desesperanzador universo de Rugna, adultos, niños y animales corren la misma suerte y no hay lugar para concesiones. Y en ese sentido, la selección entre lo que se muestra y lo que se oculta de la pantalla -ya verán de lo que hablamos en uno de los últimos planos de la historia- habla del enorme talento del argentino como realizador.


Es que estamos ante una película que restaura el equilibrio del cine gore/splatter sin recurrir a él de manera excesiva o como atractivo principal (pensemos en la última entrega de Evil Dead o Terrifier, más allá de tratarse propuestas incomparables), valiéndose del subgénero únicamente como recurso narrativo para incrementar el horror que acecha y pervierte a los modestos pueblos rurales en los que transcurre la acción.

Efectos prácticos, artesanía absoluta (hay una canción original de rock pesado con el nombre del film, intepretada por Pasco 637, banda en la que el mismísimo Rugna es guitarrista), sobresaltos, sangre, desmembramientos, animales malditos, pus, desolación y mucha, pero mucha maldad. La ganadora del Festival de Sitges, lejos de lo que han afirmado algunos colegas, no es solo un hito en el terror local, que más allá del poco reconocimiento que tiene por parte de la crítica mainstream ha dejado grandes obras. Es un hito en el género a nivel internacional.


TÍTULO ORIGINAL: TCuando acecha la maldad
TÍTULO ALTERNATIVO: When evil lurks
DIRECCIÓN: Demián Rugna.
ELENCO: Ezequiel Rodríguez, Demián Salomón.
ELENCO SECUNDARIO: Luis Ziembrowski..
GÉNERO: Terror.
ORIGEN: Argentina.

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