
Nunca es suficiente
Tras una ruptura amorosa, Jessica decide largarlo todo y comenzar una nueva vida en Londres. Allí conoce a Félix, y la comparación entre las relaciones no se hacen esperar.

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Por Ignacio Pedraza
Aquel fanático de Hacks (2021) siempre pensó en el potencial que tenía la Kayla de Megan Stalter para un potencial spin-off y conocer más del simpático y dual personaje. Se podría pensar que es por la buena interacción de la representante con su colega Jimmy (Paul W. Downs), pero también se debe a la gran interpretación de la comediante estadounidense. Por ello, si contamos con una serie que la tiene en el foco principal y encima trabajando con la creadora Lena Dunham, la propuesta atrae naturalmente. Todo esos componentes son los de Demasiado (Too Much, 2025), el estreno de Netflix gracias a la mente de la propia Duhman y Luis Felber.
La historia sigue a Jessica (Stalter), quien luego de una decepción amorosa con Zev (Michael Zegen) decide dar un giro de ciento ochenta grados y mudarse a Londres para comenzar de cero. Con la desazón de ser dejada por la influencer Wendy Jones (Emily Ratajkowski), no será fácil para la protagonista dejar todo atrás, insertarse en tierras inglesas y de yapa conocer al problemático Félix (Will Sharpe).
La serie de diez episodios retrata los primeros días de la treintañera en el viejo continente, con una narrativa no necesariamente lineal ya que por momentos observamos lo que era su vieja vida con el personaje de Zegen. Además, y afín a lo que esperábamos de una obra guionada por Dunham, la misma sirve como manifiesto a temáticas culturales, etarias y sociales de una manera fresca.
Logramos ir encariñándonos con el personaje de Stalter indudablemente por la gran interpretación de su artista, en esta ocasión con varias capas que le permiten mostrar mayores recursos y no solo caer en el alivio cómico. A la vez, se suma una gran química con Sharpe con los dos generando ricas interacciones, convirtiéndose en uno de los puntos más interesantes del proyecto y formando una pareja totalmente auténtica.
En esa especie de proclama de los autores, la propuesta logra ampliar su juego y no solo presentar a Jess como si fuera protagonista de una obra de Elizabeth Gilbert, sino que también aborda aspectos a su círculo que no solamente apunta a la principal figura. Allí se retrata sobre la familia que dejó en Nueva York –una brillante Rita Wilson– y sus nuevos compañeros de trabajos, con temáticas tanto clásicas como modernas. Para ello, se suma caras recontra conocidas como participaciones especiales que se ponen en el modo más disparatado posible.
Asimismo, el tono cuenta con diferentes trucos bajo la manga que nos presenta diferentes lugares inesperados o que pueden desacomodar –en el buen sentido de la palabra-: por momentos utiliza una humor sátiro, por momentos rozando lo absurdo –con tintes fantasiosos desde la perspectiva de Jess– y en otros pasajes nos encontramos con un drama realmente espeso –el personaje de Sharpe cuenta casi con un capítulo propio donde se evidencia esa idea, al igual que otros momentos de la protagonista por fuera de lo superficial-. La musicalización del propio Felber permite diferenciar esos aspectos, al igual que la fotografía de Ricardo de Gracia entre ese rosa pomposo y la propia Londres grisácea.
La nueva propuesta de «la N roja» va de la mano con lo visto anteriormente de Dunham como su largometraje Los pequeños muebles (Tiny Furniture, 2010) o la icónica serie Girls (2012), por lo que aquellos fan de la creadora la apreciarán y reconocerán al instante, mientras que el público ocasional se encontrará con una simpática historia moderna, también fortalecida debido a la interpretación de Stalter.
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