
Nadie a Salvo en Buenos Aires
La nieve misteriosa y mortal llegó a Buenos Aires. Lo que iba a ser una noche de truco y whisky para Juan Salvo y compañía, se convertirá en el inicio de un misterioso periplo con consecuencias fatales.

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Por Ignacio Pedraza
Existían dos proyectos nacionales que despertaban mayor interés en el público nacional: uno era el problemático -¿cancelado?- largometraje de Los Simuladores. Y si bien aún estamos expectantes por el futuro incierto que tiene el film de la serie creada por Damián Szifron, la noticia positiva pasa por el recorrido inverso que hizo la otra producción que traía esperanza: la adaptación de El Eternauta (2025), que logró materializarse y ya está entre nosotros de la mano de Netflix.
Si ya de por sí la historia creada en las viñetas por Germán Oesterheld y Francisco Solano López era motivo de elogios en las grandes páginas de los cómics nacionales y mundiales –con un nicho importante que fue creciendo a lo largo de los años-, que el talentoso Bruno Stagnaro estuviera a cargo de su adaptación podía indicarnos que el proyecto estaba bajo buenas manos. Todo esto para confluir en que, básicamente, estábamos ante una producción mainstream de ciencia ficción nacional, hecho no común en la historia audiovisual de nuestro país.
Todas esas icónicas escenas que diversas generaciones argentinas disfrutaron en el papel y que forma parte de la cultura popular llegó finalmente a la pantalla –en el pasado, directores de la talla de Adolfo Aristarian, Pino Solanas o Lucrecia Martel mostraron interés en el material- pero que no representa solamente una historia más del género que puede consumirse naturalmente, sino la oportunidad de tener una trama de múltiples lecturas donde se retroalimentan a la perfección lo tangible con lo fantástico.
Y justamente, ¿quién mejor que Stagnaro para representar eso? La idea de “nadie se salva solo” y que temáticas sociales y de trabajo colectivo se problematice en un contexto límite parece ser de un tierra fértil en manos del realizador, que en su filmografía relató supervivencias urbanas en épocas de crisis y que, en esta obra de ciencia ficción, sus personajes característicos parecen interactuar a otro nivel. La tropa liderada por Juan Salvo (Ricardo Darín, como para seguir dándole legitimidad al proyecto) se enfrenta a enemigos desconocidos, como le pasó al grupo de Ricardo en Okupas (2000) o “El cordobés” en Pizza, Birra, Faso (1998) de lidiar con consecuencias imperceptibles, previo al 2001.
A diferencia del 1957, cuando irrumpe el ilógico fenómeno meteorológico en Vicente López a través de las páginas de Hora Cero, el nuevo estreno nacional transcurre en la actualidad, aunque con giros que para aquellos que buscaban la recreación de la época puedan contentarse igualmente –hay un tono nostálgico, casi tanguero-. Asimismo, la adaptación toma en su conjunto el corpus principal de la trama, pero con irrupción de nuevos personajes y secuencias que buscan no ser una copia a la viñeta, aunque a la vez homenajeando secuencias históricas que ya forman parte del imaginario social.
La narrativa logra ir incrementando exponencialmente el peligro, con buenas secuencias de suspenso para crear un ambiente realmente desolador. A esto era necesario acompañarlo técnicamente, y la imagen de una Buenos Aires devastada surge efecto, sin perder la característica de los lugares que muchos conocemos y que en el visionado se vuelve realmente una experiencia sin antecedentes. La acción también va en aumento, donde el guion de Stagnaro y Ariel Staltari –también presente delante de cámaras- logra congeniar entre la violencia humana y la irrupción espacial.
Juan Salvo llegó a la pantalla finalmente, con una gran representación de Darín de aquel héroe nacional y con buenas participaciones de César Troncoso, Andrea Pietra y Carla Peterson. El mensaje colectivo, la desolación y, no menos importante, el entretenimiento e interés se hacen notar en una -¿o la?-de las producciones nacionales más esperadas del año. Queda claro que cuanta menos información contemos y menos divulguemos la experiencia será aún mejor; pero dicho estreno viene a evidenciar la potencia de lo creado por Oesterheld y Solano López, con sus figuras agrandándose ante semejante historia.
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