21 de febrero de 2025
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El rugby de la redención

Luego de un trabajo realizado en el penal, el abogado Eduardo Oderigo busca implementar al rugby para los reclusos, en busca de una actividad que permita ayudarlos. Sin embargo, la miniserie abordará las dificultades del proyecto por la realidad de las cárceles y de los prejuicios.


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Por Ignacio Pedraza

La marginalidad y la vida en las cárceles ha sido siempre una propuesta interesante en las producciones nacionales. Y si a eso le sumamos una historia basada en hechos reales, el atractivo aumenta. Ese puede ser el caso de Espartanos: una historia real (2025), la nueva serie de Disney+ que aborda sobre el proyecto de Eduardo “Coco” Oderigo (interpretado por Guillermo Pfening) que conjuga al rugby con la cárcel.

Su trabajo en el juzgado penal lo tiene a Oderigo cerca de las cárceles de la provincia de Buenos Aires y la realidad del sistema penitenciario parece afectarle fuertemente. Tras su retiro como jugador de rugby en el club SIC, el protagonista le ofrece la práctica de rugby al director del penal 48 de General San Martín, Varela (Pablo Rago), como actividad que permita promover la reinserción a la sociedad y alejarse de la cruda realidad de la institución.

A lo largo de los ocho episodios que promedian entre los treinta y cuarenta minutos de duración, el director Sebastián Pivotto –a través del guion de Andrés y Pablo Gelós– retrata las dificultades y los avances del proyecto para el equipo que posteriormente se denominará como el título de la miniserie. De manera lineal, el relato va de la mano con el correr de los entrenamientos; ya sea desde los nulos conocimientos de los entrenados sobre el deporte como de los escollos que Oderigo junto a “Tatú” y “Bebe” (los exjugadores del Seleccionado Nacional Juan Leguizamón y Javier Ortega Desio) deben lidiar con los diferentes actores del penal.

En cuanto a eso, la trama puntualiza en personajes específicos que nutren la problematización que tiene la realización de la actividad: “Tomi” (Lautaro Zera), Vargas (Jorge Suárez) o “Mamut” (G Sony) son algunos de los participantes que cuentan con mayor desarrollo que otros, tomando mayor relevancia que evidencian los cambios a partir de la incursión del exjugador y abogado. Puede resultar un tanto estereotipado primeros acercamientos a ellos o llamativo ciertas imposiciones de antagonismo a un contexto ya de por sí dificultoso; a pesar de ello, con el correr de los episodios ciertos arcos argumentales logran desenvolverse para no caer en lugares comunes y el código establecido se vuelve una norma aceptable para el público, generando interés en el desarrollo.


El positivismo que caracteriza al protagonista –una muy sentida interpretación de Pfening– parece ser el sentimiento principal del nuevo proyecto de PEGSA, con un mensaje alentador y que propone la discusión en tiempos donde la intransigencia emerge. En varios de sus capítulos los créditos finales cuentan con datos verídicos, propios del género biopic, pero que permite conocer más del proyecto –también adelanta sucesos que bien podrían ser retratados- que inició en 2009 y que llegó hasta la creación de una fundación, siendo hoy en día un ejemplo para mejorar el estilo de vida de los reclusos y su contexto.


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