Existencialismo treintañero
Lucy y Jane han sido mejores amigas toda su vida. Ahora que llegan a los 30 años, Lucy necesita que Jane la ayude a reconocer públicamente que es lesbiana, pero, justo entonces, Jane le dice que se irá a vivir a Londres.
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Por Ignacio Pedraza
Parece lo más simple poder pensar en ¿Estoy bien? (Am I Ok?, 2022): las vivencias de una joven urbana en plena etapa de crisis donde sus amistades, amores y sueños están en jaque. Lo complejo pasa por encontrar rasgos diferenciales que puedan hacerla sobresalir como un tipo de proyecto que ya de por sí se posiciona como un sub-género propio.
La vida de Lucy (Dakota Johnson), repleta de incertidumbres de diferentes índoles, encuentra su sostén en la relación con su amiga Jane (Sonoya Mizuno). Ahora bien, cuando dicha relación se pone en jaque ante el eventual viaje a Londres por cuestiones laborales del personaje de Mizuno, el vínculo sufrirá turbulencias y obligará a la protagonista a forjar su propio camino.
La dirección de la dupla Stephanie Allynne y Tig Notaro no innova necesariamente en ningún componente, ni lo intenta; sino que aborda una especie de coming of age a una edad más avanzada a la de los usuales sucesos en la secundaria o ingreso a la pre-adolescencia. En el último tiempo hemos visto antecedentes de este tipo, y el proyecto con guion de Lauren Pomerantz no escapa a la cuestión.
Hay dos trabajos anteriores que pueden asemejarse a la anfitriona: la relación entre Lucy y Jane, y los procesos que afronta puede retrotraer a lo visto en la ópera prima de Olivia Wilde como es La noche de las nerds (Booksmart, 2019), aunque generacionalmente puede también acercarnos a lo visto en Frances Ha (2012), donde la interacción entre la protagonista y su camarada es una de las riquezas más interesantes del film.
Al apoyarse en la dupla, la química entre los dos personajes lo es todo y por ese lado la comedia dramática no falla, donde Johnson y Mizuno logran los mejores momentos cuando ambas están delante de la pantalla. A eso se suma un guion “cool”, donde el esnobismo y los códigos entre las dos jóvenes es una marca para fortalecer dicha relación. Caso contrario sucede con el resto del reparto, que parece salido de sketchs con lógicas humorísticas más marcadas, siendo el personaje de Molly Gordon el más notorio.
Por fuera del lazo, la trama logra abordar cuestiones de índole más personalistas sobre Lucy principalmente, y su protagonismo se sustenta a través de situaciones y hasta dilemas que reflejan la situación surrealista; espacio por el que la gran Dakota ha sabido balancear a lo largo de su filmografía en distintos tonos –y acá se la ve realmente cómoda-.
Seguir profundizando en la producción que no llega a la hora y media de duración puede ser redundante, o simplemente sobreanalizar un largometraje que no innova, pero que se posiciona desde un lugar que cuesta fallar; debido al carisma de sus protagonistas y una temática que puede interpelar, más aún a quienes comparten la franja etaria con los personajes y los encantados con dicho sub-género.
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