
Pueblo chico, infierno grande, paranoia enorme
El pueblo situado en el estado de Michigan parece un sueño para Nancy, quien disfruta de su labor como maestra y ser la ama de casa perfecta. Pero dicha utopía estará en jaque cuando las sospechas respecto a su esposo Fred comiencen a crecer.

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Por Ignacio Pedraza
La introducción que tiene la voz en off de Nancy (Nicole Kidman), quien saca a relucir a su esposo Fred (Matthew Macfadyen) y las imágenes del tren y el pueblo a escala parece indicarnos que aún falta mucho para develar en el nuevo film de Mimi Cave, Holland (Holland, Michigan, 2025) que llegó a Amazon Prime.
Hacia donde dispara lo propuesto por Cave, con guion de Andrew Sodroski, parece ser el verdadero misterio, y su tono aún más. En el antecedente de su realizadora, como es Fresh (2022) la metamorfosis de la trama estaba clara, pero a la vez desde un principio sabíamos su recorrido; no por previsibilidad sino porque las intenciones eran evidentes. En este caso, su construcción resulta atolondrada y desconcierta, no en el mejor sentido.
Podemos intuir que el largometraje homenajea las «obras hitchcockianas», con un suspenso que crece paulatinamente y donde el misterio intenta ser su mejor virtud. Sin embargo, en el medio hay un torbellino de situaciones y perspectivas de sus personajes, con un tono que se codea con el humor negro, que le cuesta apuntar hacia donde mejor podría quedar parado.
Kidman está sujeta a la variación que sufre su personaje, donde todo se va volviendo más sombrío y, si bien puede esperarse la explotación, su directora mantiene el truco bajo la manga en demasía que no deja con certidumbre al espectador –inclusive con una vertiente romántica en el medio desinflada-, que corre el riesgo de perder el interés por su destino.
La dualidad es el juego predominante en el reciente estreno de Amazon Prime, y queda claro en los aspectos técnicos: la fotografía de Pawel Pogorzelski combina los colores vivos del pueblo de Michigan, propio de una colectividad holandesa repleto de naturaleza por sus tulipanes y molinos, con la oscuridad que la trama principal indica para juguetear con el thriller de suspenso. La musicalización, con los saltos que propone Alex Somers, también va por esa vía donde intenta dislocar.
A dicha propuesta lúdica se presenta el reparto: la narración está apoyada en lo que ya dijimos con Kidman, acompañada por Gael García Bernal –un tanto desaprovechado- y Macfadyen, quienes ya demostraron en su filmografía esa capacidad de dimorfismo. Las tres caras más reconocidas –apenas una participación de Rachel Sennott– se hacen cargo y le dan mayor volatilidad al proyecto.
La película permite lecturas respecto a los roles de género que se refuerzan con la idiosincrasia propia de un pueblo y, a la vez, el suspenso se concentra gracias al espacio temporal –los inicios de los 2000 permiten que las comunicaciones a través de la tecnología no sean tan fluidas pero tampoco exentas-; no obstante, la propuesta resulta un tanto alicaída, donde su clímax llega tarde, y que a otros trabajos con características similares de diferentes vertientes –se puede venir a la mente Midsommar (2019), Tres anuncios por un crimen (Three Billboards Outside Ebbing, Missouri, 2017) y hasta Paranoia (2007); ni hablar del icónico director de La ventana indiscreta (Rear Window, 1954)- se encuentra un escalón por debajo.
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