4 de febrero de 2025
la joven y el mar

Pataleo al éxito

En 1926, la joven Trudy Ederle intentará dejar atrás los prejuicios a las mujeres y a lo imposible intentando cruzar a nado el Canal de la Mancha.


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Por Ignacio Pedraza

Hay una unión muy potente que con el correr de los años se ha ido debilitando o, por lo menos, no goza de tan buena salud como antes: ese conjunto de producciones que Disney ha sabido albergar respecto a los deportes o historias que apuntan al público familiar en su esplendor y no solo al infantil. Con antecedentes positivos que representaban tramas inspiradoras sin perder la magia de la empresa, La joven y el mar (Young Woman and the Sea, 2024) parece volver a ese sendero victorioso.

La historia está basada en hechos reales, adaptando la novela de Glenn Stout sobre el hito de Trudy Ederle (Daisy Ridley) quien se propuso en la década del 20 ser la primera mujer en cruzar a nado el Canal de la Mancha. El film dirigido por Joachim Rønning aborda el periplo de la protagonista pero también atraviesa una especie de biopic sobre la nadadora.

Este año otro hecho histórico de la mujer respecto a la natación fue adaptado en la pantalla: en Nyad (2023) se narraba el logro de Diana Nyad al cruzar de Cuba a Florida. En esa ocasión, la propuesta de Jimmy Chin y Elizabeth Chai Vasarhelyi profundizaba principalmente en los intentos y riesgos que tuvo la protagonista para lograr ese viaje puntualizando la relación con su entrenadora Bonnie Stoll.

En cambio, la producción de Disney+ no solamente se enfoca en el hito de Ederle en cruzar el Canal de la Mancha, sino que relata a través del guion de Jeff Nathanson las complejidades que atravesó para imponerse, ya sea a sus propias cuestiones de salud como al ambiente machista que no le dejaban lugar tanto en el deporte como en la sociedad. Sobre esto último, la cuestión del empoderamiento, si bien resulta una matriz clave de la trama, su noción va desvaneciéndose con el correr de los minutos y no se vuelve un subrayado imponente como uno puede intuir.



Para abordar las diferentes etapas que vamos conociendo en la vida de la nadadora, su intérprete es indudablemente una de las piezas más fuertes que tiene el film, ya que el carisma natural de Ridley nos despierta empatía desde el inicio. A eso se le suma otros dos puntos que ayudan a su caracterización: el tono optimista con el que aborda el relato Rønning y las interacciones con los funcionales personajes restantes, poniendo énfasis en su hermana Meg (Tilda Cobham-Hervey) y el excéntrico Burgess (Stephen Graham), que en un primer momento parece situarse como un alivio cómico pero eso va disipándose con el tiempo.

La narrativa se enriquece también por el buen acompañante que tiene la musicalización de Amelia Warner que logra ser épica sin ser totalmente avasallante y una fotografía de Óscar Faura que logra una gran ambientación de época además de apoyarse en colores nublos, adentrándonos a lo ofrecido y generando buenas sensaciones.

La joven y el mar no escapa a los clichés y cumple con todo los casilleros habituales del género. Sin embargo, en esa no innovación el proyecto –que cuenta entre los nombres con el de Jerry Bruckheimer– nos hace recordar a los grandes trabajos del estudio en ese terreno y que representa una vuelta a un tipo de producciones que no son prioridad para la empresa del ratón, pero que son valorables.


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