27 de marzo de 2023

La serie basada en la trilogía de Phillip Pulman llegó a su fin

En la búsqueda por el paradero de Lyra (Dafne Keen), los viajes por los diferentes mundos continúan a pesar de la persecución de la Autoridad y de los diversos intereses enfrentados por el control. HBO estrenó la última temporada de una de las historias más reconocidas de ciencia ficción.


Por Ignacio Pedraza

En 2007 veíamos en la pantalla grande cómo Dakota Blue Richards lograba escapar con un grupo de niños de un enigmático laboratorio y se encomendaban para la aventura. Pero nunca continuó. Aquellos fanáticos de la trilogía creada por Phillip Pulman se quedaron con las ganas de ver más tras La brújula dorada (The Golden Compass, 2007), la primera parte basada en el libro Luces del norte que no contó con su necesaria secuela. Varios años después, BBC y HBO tomaron las riendas y en formato serie estrenaron La materia oscura (His Dark Materials, 2019-2022), que recientemente finalizó su tercera temporada con cada parte tomando un libro de la saga.

Tras la revelación de que la joven es la segunda Eva, la flamante aventura se sitúa luego del secuestro a Lyra (Dafne Keen) en manos de Marisa Coulter (Ruth Wilson), mientras el portador del cuchillo Will (Amir Wilson) la busca. Con una estética sutil y soberbia propia de las series de aventuras más cuidadas, la trama comienza a ramificarse de manera más evidente a lo que anteriormente se asentaba en lo simbólico y el misterio. Dichos entramados ya manifestados de manera más visible, solo queda recurrir a lo épico que recurre a algunos lugares comunes de las historias fantásticas: la guerra total por el poder de los diferentes mundos.

Pero esta bifurcación de sucesos y arcos argumentativos disparan el foco no solamente en el personaje de Keen –que pierde un poco la relevancia que iba construyendo- sino que también sigue indagando en las dualidades de figuras importantes como Asriel (James McAvoy) o de la propia Coulter, mientras cada grupo lucha en base a sus creencias e intereses ante los dispares mundos abiertos.

Más allá de la propia historia de la joven y su descubrimiento al complejo mundo que habita junto a su daimonion Pan (Kit Connor), la trama también tiene su lugar en denuncias o la posibilidad del debate sobre cuestiones religiosas –no por nada se ganó el odio de la Iglesia- y ambientales. Esto se evidencia con la historia bíblica –con una interesante reconstrucción- que fue un punto clave de este final.

Sin embargo, esta última temporada no cuenta con la misma fuerza que se va construyendo sus antecesoras y el espíritu aventurero de los jóvenes queda a un lado; sumado a que el epílogo no ofrece una gran dificultad a lo que fue relatado a lo previo –junto a un último episodio un tanto estirado-. En términos técnicos, la serie se encuentra en un limbo donde no busca llamar la atención en ese aspecto ni muestra las hilachas, por lo que es correcto de manera limitada.

El buen reparto, con nombres destacados y la rica interacción entre los dos protagonistas jóvenes –que confirman la gran tarea de Keen y la sorpresa de Wilson– sumado a la vuelta de entrañables personajes se posicionan entre lo más destacado y elevan la vara a los puntos anteriores.

Desde la fantasía, la denuncia a poderes establecidos y el amor juvenil se generó en La materia oscura una correcta serie que quizá no contó con la fuerza necesaria para mantener su gran nivel original pero que no deja de ser fiel adaptación de una reconocida novela y una interesante opción en el mundo de las plataformas.

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