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LA ESCRITORA CAROL DESCUBRE QUE ES UNA DE LAS ONCE PERSONAS INMUNES A LA INVASIÓN ALIENÍGENA, QUE HA RAPTADO LOS CEREBROS DE TODOS LOS HABITANTES Y SE COMPORTAN COMO UNO. DESDE EL RECELO HASTA LA BÚSQUEDA DESESPERADA POR UNA SOLUCIÓN, EL CAMINO DE LA PROTAGONISTA SUFRIRÁ MUCHÍSIMAS CONDICIONES Y SITUACIONES.

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Por Ignacio Pedraza
Una de las grandes injusticias de los últimos años en la industria audiovisual es la nula apreciación en la temporada de premios –por parte de la crítica; el público la ama– a Rhea Seehorn por su trabajo en Better Call Saul (2015). Su creador, Vince Gilligan, parece esmerarse en que la actriz tenga revancha y se volvió a unir con ella para llevar adelante Plur1bus (2025).
La nueva miniserie de Apple TV+ sigue a Carol Sturka (Seehorn), quien, tras quedar inmune a una invasión alienígena que se apropió de todas las mentes de los habitantes de la Tierra, debe encontrar una forma de resguardarse y de que todo vuelva a la normalidad. Sin embargo, la protagonista descubrirá que dicha raza –llamados “los otros”– tiene la felicidad como estandarte; su propósito es satisfacer y son pacifistas.
Casi como si uno estuviera afectado por los aliens de la serie, debe olvidarse de lo que puede esperar dentro de la ciencia ficción para adentrarse en el proyecto. Su showrunner –quien también dirige y escribe dos de los nueve capítulos– implementa una metodología introspectiva para abordar el asunto, todo desde la visión de Carol y su comportamiento a partir de esta “nueva normalidad”.
Varios puntos demuestran que estamos ante un caso distinto a lo visto en el género. El primero de ellos es el piloto, en el que Gilligan va construyendo de manera parsimoniosa y sobria la invasión, con una incertidumbre que permite dejarnos en el sillón, expectantes ante cada nueva acción durante su metraje. Sin tanta información, logra erigir la figura de Carol –con el correr de los episodios apenas hay un puñado de datos complementarios– para que sus características estén bien formadas, pero sin necesidad de contar con un gran desarrollo.
Para la continuación de la obra es inevitable sacar a relucir a la protagonista: como si su creador quisiese marcar el error de las nulas estatuillas por su Kim Wexler, la buena de Seehorn se pone al hombro la trama y logra, con un reparto acotadísimo –hay buenos retazos de Karolina Wydra y Carlos-Manuel Vesga–, presentar variados matices para nuclear los conflictos, estados y situaciones. Sin la necesidad de ser un personaje benévolo, Sturka tiene el peso de representar a toda la raza humana, y uno inevitablemente se adentra en sus vivencias.
Lo hecho por la protagonista, y ese recorrido postapocalíptico que sufre, también permite destacar otro punto alto de la producción de Sony Television, referido a los múltiples temas de debate que habilita la trama. Como las buenas historias de ciencia ficción –más allá de la singularidad de este caso–, la fábula permite extrapolarla a cuestiones de nuestra sociedad y nociones del ser humano: el individualismo, lo colectivo –el título de la serie proviene de una frase del latín que remite a esta idea–, lo utópico y lo deseado –los escasos contrapuntos de la protagonista con los otros personajes fomentan esas temáticas– son matrices que rodean a la figura estelar y que nos dejan recalculando filosóficamente.
Por otro lado, más allá de alejarse de los bufetes y del crimen organizado para ir a un terreno desconocido, Gilligan logra darle su huella al nuevo proyecto, que se acerca más, en la construcción narrativa, a las aventuras de Goodman que a las de White, con esa construcción a fuego lento que resulta propicia para los tiempos requeridos en la moldura del suspenso y de los giros de la trama. Asimismo, la fotografía de Marshall Adams –colaborador habitual del showrunner– también es reconocible, y no solo por el paisaje árido de Albuquerque.
El final del año nos dejó con una de las historias más esperadas por los sujetos involucrados, y no decepciona para nada. Es cierto que, en tiempos de inmediatez, cabe resaltar que la historia se construye a cuentagotas y con una narrativa que se toma su tiempo, lo que a más de uno puede dejar afuera, y aún más si espera una trama dentro de los parámetros del género. Sin embargo, esos detalles singulares dentro de la ciencia ficción y sus atributos técnicos hacen que Plur1bus no decepcione en absoluto y, por el contrario, nos ofrezca algo distinto.
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