20 de abril de 2024

This image released by Netflix shows Adam Driver, center, in a scene from "White Noise." (Wilson Webb/Netflix via AP)

Balada del consumo y de la muerte

El profesor especialista en Hitler Jack Gladney (Adam Driver) y su familia se encuentran en pleno caos ante una nube tóxica que amenaza a toda la ciudad. El director nominado a los Oscar adaptó la existencialista novela de Don DeLillo.


Por Ignacio Pedraza

La familia ensamblada de Jack (Adam Driver) y Babette Gladney (Greta Gerwig) se encuentran en sus quehaceres cotidianos propios de la década del 80, pero luego de un accidente vial la fuga de compuestos químicos generan una nube tóxica que atemoriza a la ciudad.

Dicha premisa resulta un tanto sencilla a lo que realmente abarca Ruido de fondo (White Noise, 2022), la nueva película que une a Noah Baumbach con Netflix tras la elogiada Historia de un matrimonio (Marriage Story, 2019). ¿Se acuerdan de dicho antecedente? Pues olvídenlo, ya que el actual proyecto es de lo más experimental del guionista y director.

El enfoque en la familia permite la crítica al consumismo, la sobreinformación y el estilo de vida estadounidense de la época –no muy distinto a lo de hoy en día-. A través de diálogos un tanto abstractos, la línea editorial la enmarca el profesor Murray Siskind (Don Cheadle) desde un discurso inicial y en las múltiples interacciones con el protagonista vislumbran por qué lado va el largometraje. Desde compras en supermercados-¡oferta, oferta, oferta!- hasta las nuevas olas de contagio y síntomas retrasados que cambian cada media hora se hacen presentes.

Entre tantos comentarios sociales, el concepto de la nube tóxica permite relacionarlo inevitablemente con la pandemia por el Coronavirus, y más allá de las diferentes tecnológicas de hace cuarenta años, Baumbach parece tomarlo en cuenta para evidenciar y satirizar cuestiones que se hicieron presentes en pleno caos sanitario, donde los discursos científicos y mediáticos estuvieron en auge. Más allá de sátiras o críticas sociales, la noción existencialista también se hace presente, que se enriquece con las situaciones vividas pero que pertenecen principalmente –en lo descriptivo y en lo dialéctico- a la pareja protagonista.


Dividido en tres grandes actos –que se capitulan al igual que en la novela- la narración pasa por el antes, durante y después de la crisis, con sus tres partes con la misma fuerza –y tomando en cuenta la pospandemia, no siempre abarcado en estos casos-. Los fragmentos permiten una construcción con diferentes índoles para la historia, con elementos de suspenso o terror, otros aspectos de survival o road movie y un cierre más dramático; todo encomendado en la lógica de humor negro que ofrece.

Todo esto se ve beneficiado por nombres del reparto que son funcionales a la lógica presentada. Siempre es un placer ver a Driver como mandamás delante de cámaras –en estos papeles con tonos humorísticos para el de afuera, pero dramáticos para su personaje- junto a una Gerwig que sobresale con momentos destacados. A ellos se les suman el buen trabajo de sus hijos y los destellos de Cheadle.

La propuesta de Ruido de fondo no es para todo el mundo, algunos verán irracionalidades todo el tiempo y quizá sea necesaria una segunda lectura, pero el director y compañía se pusieron en el arduo trabajo de adaptar una novela compleja por todo el espectro –y la forma- que narra, y no salen para nada mal parados.

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