
Corre, Mark, corre
Luego de descubrir los oscuros secretos de Lumon, el equipo de refinamiento de macrodatos debe actuar para conocer más sobre los intereses de la empresa y las consecuencias para sus “exus” e “intus”.

Si te gusta lo que hacemos, podés colaborar con tu aporte.

Por Ignacio Pedraza
Queda la sensación de que si Severance (2022) hubiera arribado a una plataforma más popular o, en defecto, sus estrenos hubieran sido los domingos, el fervor por su estreno y el comentario posterior a lo proyectado en pantalla cada semana sería aún mayor, llegando a una especie de misa cada nuevo envío y que, si bien ya se define como una de las mejores series de la actualidad, gozaría de mayor popularidad. Es cierto que a la vez el género en el que se asienta, y el simbolismo del que emplean su creador Dan Erickson y el productor y director de varios de sus capítulos, Ben Stiller puede no caracterizarla una producción asequible; pero si algunos alejados de relatos mitológicos o de fantasía se acercaron a la adaptación de George R.R. Martin, ¿por qué acá no?
La segunda temporada, que llega tres años después de maravillarnos en la plataforma de Apple TV+, continúa inmediatamente al cliffhanger planteado donde -obviamente, spoilers- los “intus” –esa especie de personalidad que los protagonistas tiene solamente adentro de la oficina- tuvieron contacto con lo externo. Luego de ello, la trama de este estreno queda como una especie de borrón y cuenta nueva para los empleados pero, a la vez, los cúbicos ya resultan diminutos para todo lo que se puede explorar. Es decir, lo que parece necesario en esta continuidad se basa en explorar aquello que en los diez capítulos anteriores se caracterizaba por lo simbólico o el suspenso.
Cabe destacar que lo abstracto se mantiene y, como identidad de la serie, nunca resulta burdo dicha exploración sino que mantiene el espíritu que tanto se lo ha elogiado, con tintes de lo bizarro o el humor negro. Lo incógnito sigue presentándose como característica principal, codeándose en lo absurdo y lo surrealista, como por ejemplo la incorporación de la jovencísima Sra. Huang (Sarah Bock) o de los malabares del gerente Milchick (Tramell Tillman) para mantener a la tropa ordenada –y hasta mínimos detalles, como la voz de Keanu Reeves, que dejan claro lo puntilloso-.
A la vez, la narración va en cuentagotas, con lo troncal respecto a la investigación de Mark (Adam Scott) sobre el paradero de Gemma (Dichen Lachman) pero que, a la vez, focaliza en otros aspectos que durante el estreno de tres años atrás eran secreto clasificado o parte de esa nebulosa enigmática. A lo largo de sus diez episodios, podemos incursionar más en el pasado o la perspectiva de personajes como Cobel (Patricia Arquette, en una interpretación que envuelve todas las intenciones del show), las historias de amor entre los personajes de Bock y Scott y el resto del equipo de refinamiento de macrodatos; como Helly (Britt Lower), Dylan (Zach Cherry) e Irving (John Turturro, siempre en gran interacción con el Burt de Christopher Walken). Todas estas vertientes, que parecen un tanto alejados a lo troncal –desde la relación protagónica hasta el pasado de Cobel cuentan con su propio capítulo-, en realidad reformulan esa figura espectral como es Lumon y su coyuntura totalizante.
Ese ritmo apaciguado y críptico se condensa todo en el capítulo final, que merece párrafo aparte. De hora y cuarto de duración, “Cold Harbor” –dirigido por Stiller– cuenta con múltiples estados de ánimo en un epílogo transversal al género que parece haberse guardado todo. Desde una especie de unipersonal de Scott digno de la obra de Robert Louis Stevenson, pasando por secuencias de acción hasta un cierre gratinado que homenajea las viejas historias de Hollywood con la música de Bobby Darin. El décimo capítulo goza de propia vitalidad, que puede hasta disfrutarse como un mediometraje en sí mismo.
Todos estos atributos son una construcción que se evidencian en episodios anteriores, con una fotografía notable –Jessica Lee Gagné, directora de ese rubro, es realizadora en el capítulo cinco y demuestra toda su capacidad con varias secuencias tan riesgosas como alucinantes- que coincide con lo que vimos antes y que vuelve a repetirse; quizá el énfasis en los colores fríos puede ser el rasgo distintivo al contar con más secuencias en el exterior.
De haber sido un estreno más masivo, Severance podría haber ofrecido múltiples interpretaciones y horas y horas de debate, como sucedió con las series más populares del último tiempo. No obstante, eso no nos impide disfrutar del proyecto creado por Erickson y que, quizá en un círculo más reducido, esas charlas se puedan dar y que sus elogios no acaben.
Si te gusta lo que hacemos, podés colaborar con tu aporte.
