
Llamado de emergencia
Apremiada de responsabilidades familiares y en alerta por su hermana Simone, Devon decide visitar de imprevisto a la incógnita familia Kell, de quienes sospecha que forman parte de un culto que afecta a su no tan querida familiar.

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Por Ignacio Pedraza
La gota que rebalsa el caótico vaso de la vida de Devon (Meghann Fahy) es un superficial cesto de frutas que envía ante una noticia familiar su hermana Simone (Milly Alcock). Cansada de la distancia de la joven, la protagonista decide visitarla en el paradisíaco campo que ella trabaja, junto a la filántropa familia Kell.
¿Es una secta la pareja conformada por Michaela (Julianne Moore) y Peter (Kevin Bacon)? ¿Qué hicieron para cambiar en ciento ochenta grados la actitud de Simone? El intempestivo viaje de Devon será el puntapié de Sirenas (Sirens, 2025) el nuevo proyecto de Netflix.
En apenas cinco episodios, la adaptación de la obra de teatro Elemeno Pea de Molly Smith Metzler –quien ejerce también de showrunner– se sitúa en la comedia negra con retazos dramáticos que permite el desarrollo de sus personajes y a la vez acercarse al suspenso por lo enigmático de varios de ellos, pero en lo general dentro de un código satírico y en un intento de humor encumbrado.
Desde la perspectiva del personaje de Fahy, empezamos a conocer a cuentagotas sobre las lógicas de los Kell, oportunamente durante un fin de semana especial donde los eventos sociales no faltan. A partir de allí, las interacciones permiten ir descubriendo el mapa inicialmente incógnito donde la incertidumbre y lo dual es la mayor fortaleza en la dirección de Nicole Kassell, Quyen Tran y Lila Neugebauer.
La búsqueda de tonalidad de la miniserie es donde más se permite el debate: por momentos la comedia negra resulta más provechosa, por momentos más burda y su terreno se vuelve bastante pantanoso que genera desasosiego, reflexionando si las intenciones de su creadora apuntaban a esos objetivos o si se vuelve anárquica. Es decir, el humor da paso al drama intenso, también al melodrama y resulta incierto su camino.
Esa heterogeneidad permite sublecturas sobre la producción, como pueden ser sobre las clases sociales, las responsabilidades afectivas o las adicciones; sin caer en la notoriedad que fue ¡Huye! (Get Out, 2017), más allá de sus similitudes, o de manera espesa como fue en otro trabajo de Smith Metzler de la talla de Las cosas por limpiar (Maid, 2021).
Lo mordaz de la propuesta logra sobresalir en el gran trabajo de su reparto –hay una gran química entre la triada Fahy, Moore y Alcock; mientras que Bacon junto a Bill Camp apenas aportan- y la irónica fotografía de Gregory Middleton y Zoe White –junto al diseño de vestuario de Caroline Duncan– que permite ese juego colorido y superficial.
Los cinco episodios de Sirenas son disfrutables a partir de un elenco sólido, pero que a la vez nos hace pensar que pudo ser un poco más. La comedia negra se nota, los objetivos no están mal pero, al igual que muchos de sus personajes, termina siendo superficial y, a la larga, olvidable.
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