Acariciando lo áspero
Aún en plena etapa de duelo, Jimmy sigue consolidando su improvisado grupo de amigos hasta la aparición de un viejo responsable de su dolor, que influirá en las decisiones de él y su familia.
Si te gusta lo que hacemos, podés colaborar con tu aporte.
Por Ignacio Pedraza
Hay varias líneas similares entre Terapia sin filtro (Shrinking, 2023) y After Life (2019), la serie que creó y protagonizó Ricky Gervais. Además de cómo los dos protagonistas abordan el duelo de la pérdida de su esposa, a través del humor que la sitúa en una comedia de humor negro, la nueva semejanza, que va más por el lado argumental, se evidencia en el reciente estreno de la segunda temporada de Apple TV+ con una mayor obstrucción de la figura principal y abrir el juego para varias subtramas.
Si bien el foco sigue apuntado en Jimmy (Jason Segel) y su proceso ante el fallecimiento de Tia (Lilan Bowden), los personajes secundarios que en el estreno del año pasado eran funcionales al protagonista en esta ocasión cuentan con mayor gravitación y aventuras propias. Esto se evidencia en el tiempo en pantalla que el propio Segel y Harrison Ford tienen, sumada a una interacción más reducida que la volvía de lo más interesante en la primera temporada.
Por ejemplo, aquellos retazos de Sean (Luke Tennie) tienen mayor desarrollo y entra en relación con otros personajes como Liz (Christa Miller), quien también cuenta con abordaje privativa y no es sólo la persistente vecina. Los casos más notorios quizá sean los de Brian (Michael Urie) y Gaby (Jessica Williams), principalmente del primero ya que su presencia se hace más notoria –por momentos exagerada- al haber dado apenas algunos bocados un año atrás. Algunos más logrados y otros menos, dichas acciones le dan un pantallazo más completo al universo creado por Segel, Bill Lawrence y Brett Goldstein –su rol delante de cámaras como Louis parece ser el núcleo problematizador de la temporada-.
Como consecuencia, el segundo estreno afirma que el proyecto de Apple TV+ se asienta en la comedia situacional, y no reniega de eso. Aquello que podía despertar interés por otro lado del género, con presencia del psicoanálisis y un humor negro aún más marcado, se vuelve más convencional y con una identidad menos marcada.
El tono jocoso, los diálogos con gags constantes y la sensación de feel good se hace presente nuevamente, donde lo sobrio o la problematización sobre algunas temáticas que abordaban de manera más áspera o por lo menos con componente más trágico en esta ocasión tiene un lavado de cara más notorio, y principalmente apuntado para que lo primordial se base en la interacción entre los personajes –a pesar de contar con menos momentos, la relación entre Jimmy y Paul sigue siendo la mejor, con Ford evidenciando lo bien que se sitúa en la comedia- solucionando fácilmente sus escollos.
Dio la sensación, en la producción de Netflix, que Gervais poco tenía que contar sobre su Tony y en la tercera temporada destapó el relato para otros personajes, ya sin tanta jerarquización. En este caso, la comedia de «la empresa de la manzana» optó por un camino similar, que pierde un poco del dúo Segel–Ford y que dependerá de la empatía con el resto de los personajes para seguir disfrutando de la serie.
Si te gusta lo que hacemos, podés colaborar con tu aporte.