29 de marzo de 2024

?Qu? precio est?s dispuesto a pagar por el cambio m?s radical?

El pasado es un ancla, un pozo donde quedar atascado. No pretende renovarse, no desea el cambio, no busca novedades. Es exasperante verlo todo descolorido repiti?ndose hasta el hartazgo. Gira sobre su eje, ofreciendo an?cdotas que se repiten hasta carecer del humor que en su momento produjeron. Son sin m?s, golpes de efecto sucedidos cuando los protagonistas a?n sol?an experimentar el presente que ahora tiene mero valor anecd?tico.


Por Rodrigo Vega

Los detalles cambian seg?n quien cuenta las historias, la realidad se tergiversa en memorias gastadas, que toman prestadas de los recuerdos del otro falsos momentos vividos como certezas, dejando una pintura de Jackson Pollock en lugar de una pr?stina postal con resoluci?n de 16 megap?xeles.

 

Alerta. Las siguientes caracter?sticas pertenecen a quienes viven con esa ancla:

? Un suspiro de resignaci?n en un tiempo donde deber?an estar generando novedades.
? La apreciaci?n lejana de la brillante interacci?n nocturna.
? El desgano por interpretar nuevos roles.
? La apat?a frente a nuevas personalidades.
? El apego por un m?nimo grupo de ex protagonistas que tambi?n viven la vida a trav?s de una ventana.
? La rendici?n frente a los c?nones sociales, marcos de eventos que deben ser cumplidos en tiempo y forma seg?n las expectativas de adultos, que no han sido plenos desde y por haber cumplido esas mismas normas.
? Encontrar en reuniones anodinas la ?nica posibilidad de vida social sin la supervisi?n de una pareja.
? Naturalizar que las actividades en pareja se hayan vuelto obligatorias y cuestionarlo sea motivo de conflicto con la misma.
? Evitar enfrentarse a s? mismos y el temor de ser menos que sus pares con pareja y estabilidad emocional en forma de convenci?n social: matrimonio e hijos.
? Beber el b?lsamo que curar? todos los males bajo la creencia que el matrimonio es la clave de la felicidad.
? Juzgar a quienes no han hecho el sacrificio de sus ambiciones personales y metas personal?simas a los dioses de la banalidad.

 

Bajos estos mandatos del rid?culo socialmente aceptado encontr? a todos mis amigos, quienes alguna vez tuvieron una chispa de vida dentro de s? mismos. Ya no. No ser?an mis aliados en las m?nimas apreciaciones culturales, no ver?an banda alguna, asistir?an a muestras de arte ni fotograf?a, jam?s disentir?amos sobre una obra de perfomance alternativa, ni beber?amos de la misma botella sospechosa de vino en un s?tano blanco inmaculado durante un interludio.

Quiz?s las ?pocas donde estuvimos en sincron?a no fueron tales si mi pasi?n por unas zapatillas Converse by John Varvatos fue recibida con desd?n. Y los tragos que hoy son parte de mi paladar, no han sido siquiera imaginados por los suyos. Asimismo los colores nocturnos que envuelven una figura cuando est? cayendo la helada, los atestig?? en soledad.

??C?mo no me hab?a sentido solo antes?? Es una inc?gnita que debe su raz?n a mi resiliencia y capacidad de adaptaci?n. Pero lleg? el momento en que no pude hacer m?s con lo que ten?a. Es muy dif?cil hacer limonada cuando los limones no tienen jugo.
En medio de semejante contexto de sabores agridulces lleg? el sobre. Una noche fresca de primero de Octubre. Escuch? movimiento en la calle toda la madrugada, intent? dormir pero mis sue?os a medio dise?ar se mezclaban con recuerdos de tiempos felices que siempre tuvieron un dejo de insatisfacci?n. Nunca disfrut? plenamente de las salidas, la raz?n es que el grupo adecuado de gente para m?, me ha eludido por a?os. S? d?nde est?n pero temo ir en su b?squeda, temo encontrarlos, temo sus pruebas, temo quedarme aqu??

Los animales, supongo, bloquearon mi sue?o, o? sus patas golpeando en la vereda y las calles, hasta mi departamento de tercer piso en una esquina c?ntrica no concurrida (un milagro menor) llegaron sus aullidos. As? supe que eran perros callejeros, podr?a sorprenderme si no fuera porque varias cuadras por ac? est?n desiertas, compuestas por edificios en ruinas cercados con grandes carteleras y muchos estacionamientos cuyo hedor aceitoso se percibe incluso cerrados.

Por la ma?ana el sobre encontr? su camino hacia m?, estaba bajo mi puerta. Los mensajeros se hab?an ido al amanecer, tras su partida mi sue?o regres? y dorm? pocas horas pero no amanec? cansado. Escuch? a los vecinos comentar por los pasillos que muchos animales callejeros aparecieron descuartizados por las veredas y calles aleda?as al edificio. Agradec? no haber visto nada para no sentir pena todo el d?a por esos pobres animales.

Luego de prepararme un caf?, abr? el sobre que ten?a mi nombre, resignado a leer una tarjeta de casamiento, pero ver ese blanco destellante y g?lido provoc? un escalofr?o certero. Sab?a de qu? se trataba, una lujosa tarjeta en blanco, para que solo pudiera leerla quien percibe fuera del camino trazado por el andar resignado de tantos antes de s?. Mis vellos se erizaron y a contracorriente esboc? una sonrisa, porque para m? da tanto miedo ser convencional que conocer un antro peligroso. Y as? comenz? mi historia?

?Qu? precio est?s dispuesto a pagar por lograr un cambio tan radical y envolvente capaz de brindarte las direcciones hacia cada meta que has tenido? Hay que tener cuidado con lo que uno pide, pues alguna vez podr?an escucharte y los requisitos para llegar hasta all?, quiz?s superen todo lo imaginable.

 

El 30 de octubre lleg? y con mi mejor ropa hasta la fecha, sal? de mi departamento luego de un fin de semana frustrado. Uno m?s, tratando de reunir amigos para hacer algo, tomar tragos siquiera. Y terminar solo mirando pel?culas en casa. Ni siquiera Stranger Things segunda temporada. Me puse mis zapatos de cuero negro Boating, un pantal?n negro Key Biscayne, mi camisa de fiesta azul con flores peque?as de Prototype y el saco negro sport Fiume que consegu? en oferta pero ellos no van a saber eso, ?o s??. El reloj Tommy Hilfiger de acero que no termin? de pagar, un toque al principio (aunque luego me ba??) de Allure de Chanel y sal? de casa con destino incierto. Sab?a a donde me dirig?a pero mi destino nunca fue tan incierto como esa noche.

Llegando a la esquina de la direcci?n varios flacos pasaron vestidos casi como yo. No hab?a nada que pudiera hacer ahora, solo deslumbrar con mi personalidad. Visto por fuera no era m?s que una fiesta de chicos ricos en un edificio cl?sico, esas construcciones que sol?an llamar palacios y hoy son generalmente alquilados por bancos, perfumer?as y locales de electrodom?sticos. No m?s de tres pisos pero dos pisos m?s de terrazas y suficientes metros cuadrados para perderse en medio de los nervios por encajar. Desapercibido en medio de varias cuadras de construcciones similares, clubes, bibliotecas, bancos, estudios de danza. Aunque en la cercan?a las casonas estaban vac?as. Muy conveniente si en esta casa pensaban dar una gran fiesta, no tener vecinos que se quejen es clave.

Esperando que abrieran las puertas habl? con Luciano y Franco. Ninguno se conoc?a previamente. Tambi?n estaban Santiago y Tom?s. No hab?a visto a esos tipos en ninguna parte. A pesar que supuestamente frecuent?bamos los mismos pubs indie rock con carta gourmet. Y DJs cuya selecci?n de m?sica es tan similar que sospechamos de un mp3 o un Soundcloud en com?n. A las 00.00 horas se manifestaron en la puerta dos hombres altos, dos metros cada uno al menos, eran perturbadores. Con sus sonrisas perfectas y smoking me hicieron sentir inadecuado. Mir? alrededor y todos ten?an la misma expresi?n que yo. Las puertas se abrieron brevemente, pasamos uno a la vez. Nadie pidi? nuestra tarjeta, sent? como si los conociera de antes. A diferencia de otros postulantes, not? algo familiar en la seguridad. Tal vez alg?n cumplea?os de 15 o casamiento. Recordar?a gente tan alta, pero pude haber estado muy borracho o drogado para recordarlo.

Pronto lleg? mi turno, con sumo nerviosismo me pregunt? una ?ltima vez si estaba dispuesto a ver en persona el cambio que hab?a pedido en mis noches de hartazgo. Ya estaba all?, solo deb?a dar unos pasos m?s, as? que lo hice. El hall se sinti? muy fr?o, desolado, por un instante me desorient?, sent? que flotaba en el vac?o. Nunca me hab?a pasado pero por primera vez estuve desamparado, solo, completamente. No lo hab?a experimentado jam?s. Era un grito contenido, la mezcla del est?mago vac?o y saber que nadie te espera en casa o en ninguna parte. Fue como si me hubieran borrado de una lista. Pero luego entr? en otra?

Las puertas de cristal emanaban una luz verde, no era posible ver detr?s del cristal transparente. Un efecto muy extra?o pero no me sobresalt?, ya no sab?a que estaba pas?ndome. Detr?s de mi llegaron Luciano, Franco, Santiago y Tom?s. El sal?n principal estaba lleno de gente, todos circulando de forma relajada. Luc?an como realeza y modelos a la vez. Eran la gente m?s bella que hab?a visto en mi vida. Nos miramos con los dem?s y caminamos en grupo hasta temerosos. Una mala se?al. Se supon?a que dese?bamos estar all?, deber?amos tener actitud. Poco a poco con cada paso nuestra verdadera naturaleza se revel?. Vi cambiar a mis ?compa?eros?, convertirse en versiones h?per mejoradas de s? mismos. Cre? estar alucinando, como la noche previa a la carta cuando me sent? parte de la manada de animales que destroz? varios perros y gatos del vecindario. Un extra?o recuerdo proveniente de un sue?o l?cido. Esos perros no me dejaron dormir hasta que se fueron. Pero esto estaba pasando frente a m?. Y solo, tan solo como nunca antes, entend? que deb?a levantarme en mi mente y reclamar un lugar en este espacio, porque nadie m?s lo har?a en mi nombre. As? lo hice.

Si sobreviv?s a la primera noche, sos considerado exitoso, un miembro provisorio del grupo. Aunque novato en todo sentido. Invitado a ver detr?s de su mundo percibido como fastuoso, decadente y ominoso. Detr?s del cual esconden la verdad, donde sus miembros van a celebrar como lo deseen. No conocer?s el cansancio. No habr? da?o f?sico permanente luego de la fiesta. Ni mucho menos tendr?s excusa para ausentarte. Una vez invitado, debes estar all?.

Vestido con la ropa m?s elegante y exquisita que hayas visto jam?s. Detalles en oro, platino, sedas, diamantes, cuero, terciopelo, platino, algod?n egipcio, zafiros y m?s? Que no podr?as pagar quiz?s nunca. Pero ser? tuya, hecha a tu medida para lucir impecable y aceptable al entrar por las puertas del club. ?Oh magnifico club, cuyo palacio se desdobla como laberinto de placeres interminable e insufrible!

Me volv? m?s alto, siempre quise medir metro ochenta y tres, dejar mi metro setenta y cinco y de pronto lo fui. Estilizado como un modelo, un sue?o adolescente que olvid?, hasta pasar por las puertas. Mi cabello torn? precioso, largo hasta los hombros, perfectamente arreglado y varonil. Luc?a muy masculino en mi traje negro, con pocos detalles fuera de los gemelos zafiro y la corbata de seda negra con hilos de oro blanco. Las solapas del saco luc?an como seda pero eran firmes como cuero. Era como si hubieran visto en mis m?s extravagantes sue?os, como quise lucir siempre. Mis ojos marrones tomaron color del cielo tormentoso, un azul intenso y gris?ceo imposible de obtener gen?ticamente.

No tard? mucho tiempo en deducir que all? dentro esperaban tentaciones y pruebas incluso letales. A medida que avanzamos por los grandes y decadentes ambientes del palacio, varios j?venes que fueron invitados junto a m?, se perdieron de vista. Pudieron irse con alguna hermosa o hermoso invitado de los tantos que nos saludaron con lo opuesto a la apat?a que esperaba encontrar en un grupo de gente tan bella. Una vez que entend? c?mo funcionaba la apariencia, comenc? a preocuparme por gente cuyos nombres hab?a aprendido esa misma noche.

Dud? que estuvi?ramos en el reino de los vivos luego de atravesar las puertas cristal despu?s del hall de entrada. Los pasillos serpenteantes confund?an los l?mites impuestos por la raz?n. Donde naturalmente habr?a un final, solo hallabas un nuevo pasillo. Pero esto suced?a en proporci?n directa con el miedo. Frente a la calma pronto notaba que los corredores con sof?s de terciopelo y bordes de oro, las mesas de m?rmol y los espejos de m?s fino cristal y piedras preciosas, dejaban de moverse y luc?an como un pasillo normal.

Solo ella pareci? reconocerme bajo mi nueva apariencia. Lleg? hasta m? en uno de los corredores, dichosa, tambaleante. Tuve que sostenerla cuando se acomod? el zapato y casi se cae. Su risa tintine? en mis memorias, vi a una ni?a rubia de la cual me enamor? a los seis a?os. Sent? nuevamente el flechazo que me provoc? aquella vez. De pronto ella tuvo que sostenerme pues me mareo semejante recuerdo. Sin embargo no luc?a en absoluto como esa ni?a, su cabello pelirrojo llegaba hasta mitad de su espalda, sus ojos verdes buscaban conectar con mi cielo tormentoso. No parec?a temer a los rel?mpagos dentro y pod?a mirar c?modamente pues med?a lo mismo que yo. Intent? contener mi goce ante su presencia pero fue en vano, pretendi? creerme.

Vagamos por los pasillos disfrutando la compa??a, deleitados por ver tanta gente interesante en cada ambiente de la casa, arte de todo tipo, desde pel?culas que a?n no han estrenado como Avengers: The Skrulls Invasion que me interesaba ver, hasta la posibilidad de vivir momentos hist?ricos como si fu?ramos parte de ellos. Cada espacio se convert?a en aquello que anhel?bamos. Nos besamos mientras ve?amos la vida de Vlad el Empalador, en un momento tan extravagante como rom?ntico.

?Son las din?micas de las apariencias. Rigen sus motivos, gu?as sus intenciones, absorben los halagos pero se manifiestan en la envidia con sumo placer como un esp?ritu atrapado dentro de un cuerpo inerte. Y en ese momento pobre de qui?n se halle frente a ellos, pues ser? consumido como una ofrenda, ?ntegramente desde adentro hacia fuera, como si las apariencias no importaran, las bestias degustar?n su esencia antes de manchar las fauces con sangre», me dijo se?alando a Tom?s siendo consumido por dos j?venes que parec?an las hermanas Bella y Gigi Hadid. Observ? como el cuerpo de Tom?s se revelaba bajo la apariencia fragmentada que proyectaba luego de haber pasado el hall. Como un espejo roto sus piezas ca?an al suelo y eran absorbidas como si se derritieran. Tom?s, por otra parte, estaba envuelto en un hechizo, incapaz de percibir su propio fin. Las j?venes lo besaron hasta que no qued? nada de ?l.

Los pasillos comenzaron a moverse, el miedo estaba fuera de mi control. Yo no buscaba semejante antro, un culto, el v?rtice de mi perdici?n. Le dije como mis d?as rutinarios y la p?rdida de contacto con mis amigos de siempre eran absurdos en comparaci?n con ver personas dejando su alma para lucir m?s bellos. Yo no quer?a ser precioso, solo quer?a ser parte de algo fuera de las convenciones m?s pedestres. Quer?a un grupo de pertenencia que resignificara la realidad inmediata. Quer?a brindarle a mi agenda motivos para existir, m?s que usarla para anotar cumplea?os donde luego nadie sale un rato a tomar algo.

Luego de un silencio que ensordeci? la excelente m?sica del lugar, me revel? su verdadero rostro, realmente luc?a como la ni?a rubia que colm? mi mente cuando la encontr?. Luciano se acerc? con la apariencia resquebrajada, buscando consuelo. Mientras Franco estaba por ingresar a una habitaci?n de la cual no saldr?a. En medio de nuestro p?nico colectivo me forc? a preguntarle a ella, como podr?amos salir de ah?. Nos explic? el precio de quedarnos y como hab?a estado buscando quienes la comprendieran para poder escapar. Con Luciano compartimos pensamiento. Luego los tres partimos en busca del corredor que podr?a brindarnos la respuesta a tantas inc?gnitas. Ella ingres? a un espacio nuevo, de paredes con rosa fl?or y su banda favorita tocando en vivo. Luciano y yo cerramos la puerta para que nada le arruinara la experiencia de vivir un ?ltimo concierto all? dentro.

El ?ter, una energ?a verde, la que nos envolvi? al ingresar, nos hab?a quitado la vida para brindarnos algo intermedio. Era posible regresar una y otra vez, a cambio de algo, una d?diva. Esta maravilla reclamaba acciones y resoluci?n. Y yo habiendo vivido la desesperanza de quienes se resignan al paso del tiempo, ofrec? mi primer tributo.

Porque si no tomas la determinaci?n, sos puro inconformismo y nada de acci?n. ?Qu? te hace digno de juzgar a quienes han tomado el camino del arquetipo socio cultural? Al menos ellos han sacrificado parte de sus personalidades para adaptarse a las expectativas de la sociedad. ?Qu? has sacrificado de tu esencia, mente y carne por tus metas? Cuando est?s preparado para cambiar, nada debe detenerte. Los recuerdos buscan anclarte. Las falsas amistades quieren vivir a trav?s de tu libertad, cuando han perdido la propia. Quienes te dicen que no te lances, buscan retenerte con temores que se aplican a ellos, no a vos.

Dec?s ver fuera de los l?mites, dec?s sentir en el espectro de la relevancia, dec?s pensar sobre las ataduras cl?sicas, dec?s mucho m?s con tu mirada un S?bado a la noche en un cumplea?os m?s, viendo los efectos del tiempo en todos a tu alrededor. Decir no tiene precio. Actuar es otro asunto. ?Est?s listo para la invitaci?n?

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