17 de junio de 2024

A mí, mis nostálgicos noventa

Sin la presencia de Charles Xavier bajo el liderazgo de los X-Men, el equipo de mutantes debe acomodarse a los nuevos capitanes en un contexto de paz. Sin embargo, los arribos de viejos conocidos modificarán los planes del equipo, con la desconfianza como estandarte.


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Por Ignacio Pedraza

Cuando cuesta encontrar los caminos o el público comienza a darte la espalda, la nostalgia no deja de ser un ingrediente al que los estudios y las grandes empresas de entretenimiento recurren para mantener al fan siempre cerca. Claro que, si aquellas producciones antiguas tienen un componente de prestigio y de enorme cariño para niños –hoy no lo tanto- y de nuevas generaciones que conocieron dicho proyecto como uno de los mejores trabajos del género encapotado en la pantalla chica, el riesgo es enorme.

¿Apuntar a un copypaste donde supuestamente no falla, pero que la creatividad artística brilla por su ausencia? El solo rememorar a los estudiantes de Charles Xavier como si fuera una fotocopiadora podría generar buenas sensaciones al inicio recordando otras etapas en las vidas personales, pero con el correr de los episodios se esfumaría y las intenciones empresariales serían demasiado evidentes. Beau DeMayo pareció comprender que los mutantes tenían cuerda para más, impulsados por añoranza, pero con posibilidad de seguir narrando historias.

X-Men ´97 (2024) es una secuela directa a X-Men: la serie animada (1992), donde nos adentramos a las lógicas de la Mansión X posterior a la desaparición del profesor. Ya conocidos sus personajes –tanto por la propia serie de Saban como por sus diversas adaptaciones por fuera-, el presente del equipo está en jaque ante la llegada de Magneto con llamativas demandas y el plan de los Centinelas que aún no están erradicados.

Es otra etapa. Algunos recelos parecen limados, otras sorpresas están por verse, se vivirán situaciones extremas y estarán presentes debates que son características propias de este universo -¿quiénes mejor que los hombres X para tratar sobre la discriminación?-. Sin embargo, lo más interesante es el debate generado a lo largo de los diez episodios respecto al futuro.


La principal némesis de la temporada viene a presentar el porvenir como un destino sin futuro para nuestros héroes, y aún menos para su raza, frente a humanos que siguen poniendo el grito en el cielo por sus cualidades, donde la evolución es inevitable. Si a eso encima le sumamos el factor nostálgicos de ver a nuestros noventosos protagonistas combatiendo contra lo que se avecina, el componente melancólico se vuelve aún más poderoso.

Cíclope, Jean, Wolverine, Storm y Rogue combaten por la paz, pero también por nosotros. Lo venidero nos amenaza –o en realidad, nos avisa- sobre el paso del tiempo y pone en jaque el consumo sobre la serie, el recuerdo de su antecesora y sobre nosotros mismos. ¿Con qué ojos vemos la nueva temporada? ¿La de aquellos niños que merendaban viendo Fox Kids mientras sonaba el tema principal a cargo de Haim Saban, Shuki Levy y Ron Wasserman –hoy adaptada de manera épica por The Newton Brothers-? ¿O como espacio de retaguardia ante un subgénero totalmente colapsado y redundante?

La flamante serie de Disney+ nos explica que no. Sabe de su ingrediente entrañable, pero no abusa solo de eso. La irrupción de Roberto Da Costa no deja de homenajear a aquel capítulo de fines de octubre de 1992 donde Jubilo conoce al escuadrón –de hecho se hace evidente en el episodio más sobrante de la temporada-; pero su narrativa ofrece una problemática por encima de la otra, enemigos que no paran de evolucionar –y sorprender- y fatalidades que están alejados del lugar común donde podían dejarnos cómodos. La animación, arraigada a su predecesora, se moderniza con versiones renovadas que ejemplifican estas ideas.

Para el público resulta evidente cuando los proyectos se ofrecen apuntando al simple factor nostálgico y solamente resulta redundante para no soltar; o si realmente puede comprometerse para realizar una aventura más en personajes ya queridos pero que pueden dar más. Nadie piensa que «la empresa del ratón» lo hace por un bien común, pero cuando el trabajo por encargo cuenta con pinceladas artísticas y creativas se disfruta; y con X-Men ’97 sucede eso, logrando una nueva página magistral en un libro ya repleto de genialidades.


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