La serie dramática llegó a su final
La elogiada serie creada por Dan Fogelman culminó en su sexta temporada y nos brindó una emotiva historia sobre la familia Pearson. Con grandes actuaciones y situaciones cotidianas, pero profundas, se convirtió en una de las más queridas por el público.
Por Ignacio Pedraza
El gran final de This Is Us se avecinaba con grandes expectativas, la serie que llegó en 2016 en base a una historia intimista y convencional logró tanto el cariño del público como el elogio de la crítica, siendo reiteradas veces nominada como mejor serie de drama. A través de dieciocho capítulos, Star+ estrenó la sexta y última temporada, que tuvo su cierre esta semana con el epílogo.
Más allá de que la narrativa no lineal nos indicaba sobre el final de cada uno de sus protagonistas, el ritmo de su recorrido y la interpelación constante por las situaciones vividas atrapaba al público para seguir la historia de los Pearson, que con un total de 106 episodios abarcaron la vida de la familia y sus intrincadas relaciones.
En esta sexta entrega, todos los cañones apuntaban principalmente a una cuestión no sólo el final mismo, sino del desarrollo de la enfermedad de Rebecca, interpretada por Mandy Moore. La madre de la familia fue la gran estrella de la trama, con un enorme trabajo de la actriz y cantante que personificó los momentos más tensos y sentimentales de la serie. Es necesario destacar la labor de Moore, teniendo en cuenta su versatilidad para abarcar diferentes etapas de la vida del personaje con fuerte connotación dramática.
Esta vez, los tres hermanos se corrieron hacia un costado para formar parte del climax de su madre, pero como es habitual, se los tuvo en cuenta para contextualizar la situación y conocer las reacciones propias de la familia para tal estado. Más allá de que los momentos en su conjunto estuvieron presentes, en este caso la narrativa se apoyó más en una especie de hilo que cada uno tuvo con Rebecca y la trama se inclinó hacia la relación directa entre ambas partes.
También se detalló, un escalón por debajo, la relación entre Kate (Chrissy Metz) y Toby (Chris Sullivan), que llevó varios capítulos desarrollando sobre su matrimonio y adentrándonos más en el futuro de los mismos con el crecimiento de su hijo Jack (Johnny Kincaid y Blake Stadnik) incluido. Otro lugar donde se pausó la historia fue en la vida de Miguel (Jon Huertas), un pendiente que tenía la serie y que recién sobre el cierre le llega su merecido momento.
A lo largo de la temporada pudimos ver diferentes formas de llevar adelante las historias en cuestión, apoyándose en una situación específica de la infancia de los hermanos para disparar asuntos en particular de cada uno de ellos y que la trama se vuelva más independiente para Kevin, Kate y Randall.
Con más espacio para la seriedad y sin tanto para la parte de la comedia, en los últimos capítulos se pudo ver un adelanto veloz en la línea de tiempo que abarca el futuro de los protagonistas, tanto en relaciones, que anteriormente la narrativa no dejaba espacio, como en plena etapa de duelo ante pérdidas significativas con el crecimiento de sus respectivos hijos y que nos da a conocer el porvenir en aspectos personales y profesionales.
Demás está decir que a las interpretaciones, que ya venían consolidadas, el componente de despedida le dio más fuerza aún. Al igual que temporadas anteriores, en la lista de directores aparecen varios de las caras delante de cámaras como Ventimiglia, Hartley, Moore, Huertas y Sullivan; mientras que Susan Kelechi Watson escribió uno de ellos y Ken Olin estuvo a cargo del primero y los dos últimos. Se despidió This Is Us como uno esperaba, con mucho componente melancólico que nos dejaba con la caja de pañuelitos al alcance de la mano. Con personajes complejos y situaciones que nos afectaban. Pensamos igual a lo que responde Jack ante la pregunta de Rebecca: “¿Lo hicimos bien?”; “sí, muy bien”. Vamos a extrañar a los Pearson.
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