No hay nada mejor que casa (o el Arconia)
Luego de un asesinato que toca de cerca a Charles, el equipo de podcast debe investigar sobre el asesino y a la vez lidiar con la adaptación de su trabajo en la pantalla grande con las lógicas de Hollywood.
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Por Ignacio Pedraza
Aquel vino argentino que Charles (Steve Martin) quería descorchar en el final de la tercera temporada no pudo ser: un nuevo asesinato cometido en el Arconia lo tiene en acción nuevamente con Mabel (Selena Gómez) y Oliver (Martin Short), y esta vez con implicaciones personales, ya que la víctima era alguien muy cercano de aquella estrella de Brazzos.
Está claro que la nueva temporada de Only Murders in the Building (2021) es una continuación inmediata a lo ofrecido un año atrás, pero esta vez el teatro no es el arte intermediario para que sucedan los hechos sino el cine: a través de la productora Bev (Molly Shannon), el estudio quiere hacer una adaptación en pantalla grande del trío con las acciones cometidas en su temporada estreno. Las exigencias del mundillo Hollywood y un nuevo caso por esclarecer, las tareas para nada sencillas de nuestros protagonistas.
Hay dos puntos claves en el nuevo estreno de Disney+: tomando al séptimo arte como mediador, las múltiples referencias a la cultura pop apuntan directamente a lo que se refiere a estudios y estrellas de ese ámbito, por lo que aquellos cinéfilos lo disfrutarán en demasía. Sin embargo, no todo se basa en apenas simpáticos latiguillos sino que pasa al plano narrativo: por ejemplo, uno de los capítulos –quizá el mejor de la temporada- se aborda en especie de documental experimental con una rigurosidad que le da una impronta, dentro de la misma serie, a esta temporada.
La otra vertiente a tener en cuenta pasa por una vuelta que esperábamos: el Arconia tenía su encanto y en el estreno del año pasado había perdido algo de su toque; poco sucedía en ese coqueto barrio y se sentía algo estirado. Lo mismo sucedía con las interacciones del trío, donde cada uno contaba con aventuras más de índole individual y no veíamos plenamente lo que nos compró desde un principio. Por ello, estos nuevos diez episodios vuelven a las bases –situarse a la zona de confort está demonizado muchas veces en demasía-, donde se suma el edificio de enfrente de manera funcional. A la vez, la triada vuelve a conectarse como nos tuvo acostumbrados logrando capotear entre las diversas fluctuaciones que, si bien la tercera temporada lejos estuvo de ser desanimada, se sentía un tanto más anárquica.
Dicho triunvirato se posicionó como uno de los equipos con más química en la actualidad de la pantalla chica, y en apenas treinta episodios ya puede ostentar con su propio código y hasta autohomenajearse: participaciones especiales, algo de lo que estamos habituados en la creación del propio Martin y John Hoffman, vuelven hacerse presente y se destacan Eva Longoria, Zach Galifianakis y Eugene Levy para ser anfitriones de ese agasajo y con un metalenguaje que para esta ocasión lo llevan al máximo. Una de las últimas lecturas por hacer en el terreno de los tributos refiere a los dobles de acción, que si bien no llega al nivel de representación que hubo este año con Profesión peligro (The Fall Guy, 2024), también se hace presente personificada en el carisma –de otra luchadora en el mundillo de la televisión- como es Jane Lynch.
Dentro de entre tanto magnetismo de personajes y atributos técnicos –no hay muchas novedades al mantener su colorido estilo, más allá de esas referencias cinéfilas- hay una trama que nunca decae y logra ser un llevadero true crime. En síntesis, Only Murders in the Building logra elevar la vara, irónicamente, volviendo a las bases y explotando lo que ha sido tan elogiado desde hace tres años.
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