19 de abril de 2025
El-Jockey

“Sin disfraz”, el tema de Virus que se convirtió en himno

El jockey de Luis Ortega cuenta con una gran escena musicalizada por “Sin disfraz”, la canción del platense grupo Virus, la formación icónica de la década del 80 que representó la plenitud de la cultura pop y rock, sin dejar de lado el glam.


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Han pasado casi cuarenta años desde la muerte de Federico Moura, pero su legado artístico sigue vivo, renovándose y encontrando nuevas lecturas en cada generación. La reciente película El Jockey, de Luis Ortega, lo confirma al incorporar “Sin disfraz”, una de las canciones más emblemáticas de Virus, como eje de una escena que combina música, baile y narrativa.

En esta escena, dos personajes se enfrentan al ritmo de “Sin disfraz”: uno con una coreografía estructurada, casi teatral, y el otro con movimientos espontáneos, salvajes. Este contraste evoca una de las grandes virtudes de Federico Moura: su capacidad de unir la sofisticación y la espontaneidad, lo metódico y lo visceral, en un mismo acto creativo. Su interpretación escénica y su voz no solo marcaron un estilo único en los años 80, sino que también redefinieron los límites de la música popular argentina.

Federico era más que un músico; era un creador de universos. Su propuesta estética trascendió la música para abarcar la moda, el diseño escénico y el concepto artístico integral. En un momento histórico donde la dictadura había dejado heridas profundas en la sociedad argentina, Virus irrumpió como un soplo de modernidad, con letras que combinaban sensualidad, ironía y una libertad que se atrevía a desafiar las normas de su tiempo.

Hace unos años, me propuse explorar en profundidad lo que significó Federico para nuestra cultura. No fue una tarea sencilla, porque su legado abarca mucho más que las canciones: hay una historia de innovación y belleza que sigue resonando. Lo que descubrí es que Federico no era un provocador por el mero hecho de serlo; era un transformador. Alguien que entendía el arte como un catalizador de cambios, como un espacio para liberar las tensiones de una sociedad que necesitaba urgentemente nuevas formas de expresión.


Ver cómo su música aparece en nuevas narrativas, como sucede en El Jockey, es una confirmación de que sigue dialogando con el presente. La canción “Sin disfraz”, con su ritmo electrónico y sus letras que invitan a la autenticidad, resuena en un mundo que sigue buscando espacios para ser y expresarse sin máscaras. La coreografía en pantalla, con su dualidad entre lo estructurado y lo salvaje, podría interpretarse como una metáfora de la tensión entre lo apolíneo y lo dionisíaco, una tensión que Federico supo encarnar en su obra y su vida.

Federico Moura trasciende cualquier límite temporal. Su obra sigue siendo una fuente inagotable de inspiración, un impulso para quienes buscan transformar su entorno desde la autenticidad y la creatividad. Su visión artística nos recuerda que el arte es mucho más que entretenimiento: es una herramienta poderosa para imaginar y construir horizontes nuevos. Hoy, su legado se siente vivo, evolucionando con cada interpretación y mostrando que sigue siendo un faro para quienes entienden el arte como un espacio de libertad y creación.

Por Damián Carcacha, investigador y coleccionista especializado en la vida y obra de Federico Moura y Virus, y autor del libro “Sin disfraz, Federico Moura: entrevistas esenciales», editado por Vademécum.


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