Amos de casa desesperados
La vida de ensueño de Coop parece ir derrumbándose de a poco, y la gota que rebalsa el vaso es su despido como asesor financierio. Apremiado por mantener la vida lujosa que él y su familia lleva adelante en el coqueto barrio, el protagonista se verá obligado a tomar medidas drásticas, con consecuencias aún más radicales.
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Por Ignacio Pedraza
Bajo el lema “El lujo es vulgaridad”, reconocida frase de la canción “Un poco de amor francés” de la icónica banda de Patricio Rey y los Redonditos de ricota, la nueva serie de Apple TV+, Amigos y vecinos (Your Friends and Neighbors, 2025) –nada que ver con el homónimo film de 1998- parece abanderarse para abordar la superficialidad y desigualdad de clase en código de comedia dramática negra.
Para aquellos en la vereda de enfrente a la lógica de la meritocracia y con perspectiva de clase, la sinopsis puede resultar música para sus oídos: Coop (Jon Hamm) es despedido de la empresa financiera que trabajaba y debe hacer malabares para mantener el status quo que él y su familia, con la que no tiene la mejor relación, gozan en el coqueto barrio en el que viven para que su círculo social no sospeche nadie. Viendo cómo los millones se evaporan y las posibilidades laborales escasean, el hombre debe recurrir al hurto de las lujosas casas de sus vecinos.
Con una narrativa lineal –a excepción de la primera escena, donde lo encontramos en el momento más extremo de sus operaciones- y una voz en off que nos acompaña a través de la perspectiva del protagonista –sin ser tan omnipresente como era en Desprecio (Disclaimer, 2024)-, la serie creada por Jonathan Tropper cuenta con un potente episodio piloto que explica las causas que llevaron a Cooper a tan tajante situación y una descripción del contexto en el que se mueve con una identidad clara y que deja las reglas específicas desde un principio: una tonalidad elegante, sobria y dinámica pero a la vez sarcástica.
No obstante, tampoco lo creado por Tropper –quien escribió los nueve episodios, mientras que en la dirección hay nombres potentes como Craig Gillespie, Stephanie Laing y Greg Yaitanes– solo quiere hablar sobre las clases sociales y ni cerca de exponerse como el manifiesto comunista. A lo largo de la serie lo situacional también se hace presente, intenta abordar cuestiones familiares y de relaciones que no sólo va por lo político, sino en una especie de registro del comportamiento humano.
Pero como el piloto explica las causas de los hurtos del protagonista, con el correr de la producción las acciones se van volviendo más extremas y con consecuencias letales, para darle paso a un drama un tanto más espeso y desolador, sin obviar de su tono canchero para retratar las situaciones. Una en particular envuelve todo –que hace situarlo en el terreno de lo policial-, y hasta el cierre de la temporada los focos están puestos en ese momento para Coop y cómo repercute en su círculo.
A la vez, hay diferentes subtramas que acompañan al personaje de Hamm: la Mel de Amanda Peet logra tener su propio desarrollo, como Ali (Lena Hall), Barney (Hoon Lee) y Sam (Olivia Munn). Si a esto sumamos la noción más clasista a través del arco argumental de Elena (Aimee Carrero) -que uno puede sentir cómo se va desinflando-, el mapa queda bien claro para representar todo el mundillo que rodea al protagonista –con un Hamm que ha sabido demostrar notablemente manejarse con la comicidad-.
Hablar de los aspectos técnicos, sabiendo de la plataforma que proviene, parece ser redundante: el manual de estilo se cumple a la perfección, con una fotografía opaca y elegante de Zack Galler. Lo que sí cabe destacar del nuevo proyecto del «servicio de la manzanita» es en el tono sardónico, que evidencia –mínimamente- cuestiones sociales y superficiales y con un guion ingenioso que la posiciona entre las producciones más sólidas del 2025.
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