17 de mayo de 2024

Volvieron para aterrorizar las salas

Kaleb, un hombre apasionado por los animales exóticos, un día trae a casa una araña muy particular y accidentalmente la deja escapar, desencadenando una invasión en su edificio que los llevará a pelear por su vida y la de sus amigos.


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Por Ignacio Rapari

Tras lograr varios reconocimientos en festivales de género como Sitges y Fantastic Fest, La plaga: Vermin, la ópera prima del director francés Sébastien Vanicek, llegó a las salas argentinas y significa una gran oportunidad para que la aracnofobia de casi todo el mundo se agigante en los cines. En efecto, lejos de las posibilidades más grotescas o inocentes que podría ofrecer este high concept, La plaga: Vermin terminó siendo un enorme trabajo de puesta en escena, efectos prácticos y tensión que le devuelve a las arañas el lugar que nunca debieron haber perdido en las películas.


Nos situamos en una decadente zona de monoblocks en los suburbios de Francia habitada por inmigrantes que viven entre el abandono y la exclusión. Kaleb (Théo Christine), uno de los habitantes de esos departamentos echados a menos, vive en el margen de la ley y no solo debe superar traumas de la infancia sino también lidiar con una pésima relación con su hermana Manon (Lysa Nykaro). Lo único que parece ser un cable a tierra para Kaleb es su “zoológico” de bichos exóticos, que mantiene cuidadosamente en su habitación, y al que un buen día suma una araña que no tardará en escaparse de su recipiente para hacer estragos y adueñarse del edificio. Cabe destacar, un recinto de departamentos que de empezar siendo deprimente pasará a convertirse en un lugar completamente aterrador e intransitable.

En su primera película, Vanicek logra explotar al máximo un concepto que, a priori, no parecería del todo estimulante para los parámetros del horror actual, que frecuentan poco y nada este tipo de propuestas. En ese sentido, La plaga: Vermin nunca busca ser la parodia de un subgénero que parece olvidado, sino aprovechar al máximo todas las posibilidades que ofrece. De esta manera, nunca nos encontraremos con arañas que rozan el ridículo (hasta las telarañas llegan a tener igual o más presencia que los insectos) o con secuencias del todo explícitas, ya que Vanicek busca en todo momento que su primer largometraje tenga otro tipo de vuelo. De hecho, esa búsqueda genera una suerte de contradicción en el resultado final.

Por un lado, se trata de una película que se destaca con solvencia en sus secuencias de horror –que afortunadamente no son pocas, especialmente en la segunda mitad de la obra- pero puede resultar algo tediosa cuando se concentra en los problemas internos de los protagonistas. Sí, en cambio, hay una suerte de crítica social que sabe fusionarse (especialmente hacia el final) con los elementos de horror que hacen a la travesía de los protagonistas por huir del edificio del que se adueñaron las miles de arañas.

En definitiva, La plaga: Vermin es una notable ópera prima que explota con creces el terror animal, que últimamente ha sido utilizado más para el consumo irónico o la parodia que para incomodar en serio. De esta manera, no hay forma que no signifique un inminente salto a Hollywood para su director y un mal rato asegurado para todos los espectadores que sientan repulsión hacia estos insectos, los cuales seguramente no sean pocos.



TÍTULO: La plaga: Vermin
DIRECCIÓN: Sébastien Vanicek.
GUION: Sébastien Vanicek, Florent Bernard.
ELENCO: Théo Christine, Sofia Lessafre, Jérôme Niel, Finnegan Oldfield.

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