25 de marzo de 2025
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Escapando de la Europa de posguerra, el visionario arquitecto László Toth llega a Estados Unidos para reconstruir su vida, su trabajo y su matrimonio con su esposa Erzsébet, después de haber sido separados durante la guerra por los cambios de fronteras y regímenes. Solo en un país extraño, László se instala en Pensilvania, donde el adinerado y prominente industrial Harrison Lee Van Buren reconoce su talento para la construcción. Pero el poder y el legado, tienen un alto precio.


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Por Sebastián Arismendi

Luego del interesante pero abstracto psicodrama El precio de la fama (Vox Lux, 2018), Brady Corbet regresa siete años después y por TODO lo alto con El brutalista, un drama llevado a lo épico y monumental. El cine y arquitectura poseen una relación fascinante pero incomprendida. Filmar una película es similar a construir un edificio; el resultado final es visible, táctico, pero también puede generar sentimientos encontrados, cada uno aprecia la obra final a su manera. Un cineasta es también un arquitecto pues debe llevar un plano a la realidad. Corbet entiende esta lógica y en El brutalista ofrece un homenaje no solo a esta profesión sino también al sueño americano.

Protagonizada por Adrien Brody, Felicity Jones y Guy Pearce, el film nos lleva a finales de los cuarenta donde vemos la vida y obra de László Tóth, un sobreviviente del holocausto y arquitecto húngaro que emigra a Nueva York en busca del sueño americano. De una vez aclaro que László Tóth no existe y es producto de Corbet, pero el cineasta sintetiza la vida y obra de los arquitectos judíos que emigraron a Norteamérica e intenta hacer un homenaje en un drama épico de tres horas y media. Un vaivén de emociones donde veremos los inicios de esta pareja de migrantes, sus penurias, su ascenso social, fama y posterior caída.

Esta producción de corte independiente no tiene nada que envidiar a grandes presupuestos, con pocos recursos el director consigue elevar una historia ya contada para darle un enfoque magistral. Se apoya en los movimientos de cámara en mano, desenfoques, travelling, planos bajos para mostrar la imponencia arquitectónica, planos cerrados para la intimidad de los personajes y planos invertidos. Una muestra de saber dirigir un drama para generar emoción digna de gran pantalla.

Adrien Brody tiene un Oscar asegurado bajo su brazo. Su personaje tiene el mismo trasfondo de El Pianista (The Pianist, 2001), pero acá no se basa en la Segunda Guerra Mundial y sus estragos, sino en las guerras internas, la búsqueda del éxito, el ego y la ambición; la obsesión de construir un sueño americano a todo lo alto. Felicity Jones está estupenda como papel de la esposa, personaje que se vuelve soporte vital para el protagonista. Guy Pearce es camaleónico e impredecible como este empresario que le da una oportunidad Lásló. Estas tres interpretaciones son también un monumento.

Se puede hablar por horas de la película, y si bien al público general no le atraiga mucho la idea de ver un film de tres horas y media, el ciffhanger del primer acto hará que la gente se quede y espere el interludio de 15 minutos. El soundtrack es un gran soporte pues además de aportar emociones, nos hace ser parte de lo colosal y desmesurado que se vuelve El brutalista.



TÍTULO: El Brutalista
TÍTULO ORIGINAL: The Brutalist
DIRECCIÓN: Brady Corbet.
ELENCO: Adrien Brody, Felicity Jones, Guy Pearce, Raffey Cassidy.
GÉNERO: Drama.
ORIGEN: Estados Unidos.

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