6 de septiembre de 2025
El_lugar_de_la_otra

Una obra «almodovaresca» chilena

Luego de un asesinato cometido en el lujoso hotel Crillón Mercedes, la asistente del juez, se adentra de lleno en el caso que modificará sus vivencias y visiones respecto al rol de la mujer en la sociedad.


Si te gusta lo que hacemos, podés colaborar con tu aporte.

Invitame un café en cafecito.app

Por Ignacio Pedraza

Hay algunas historias que te atrapan desde el inicio o, por lo menos, propone un puntapié interesante que logra la convivencia con el público para darle ese punto de fe: en El lugar de la otra (2024), la trama nos adentra en el caso de la escritora María Carolina Geel, pero desde una perspectiva atrayente que a la vez logra desacomodar.

Geel (Francisca Lewin) está sentada en una mesa del lujoso hotel Crillón con su amante, y en un arrebato dispara y lo asesina. No quedan dudas de que fue ella quien apretó el gatillo, y va a la cárcel en un caso que parece bastante claro. Sin embargo, para Mercedes (potente interpretación desde la gestualidad por Elisa Zulueta), la asistente del juez a cargo, todo ese esclarecimiento parece despertarle el interés, y su inquietud es hacia donde apunta la obra de Maite Alberdi.

El reconocido hecho sucedido en Chile en 1955 permite a su directora –quien escribió el guion con Inés Bortagaray y Paloma Salas- abordar la cuestión de género puntualizando en el rol de la mujer en la sociedad durante esa época pero que inevitablemente también discute con la actualidad; diferenciándose de sus últimos dos trabajos, en las que la vejez ha sido su núcleo, en el primer largometraje de ficción para una realizadora que su filmografía ha sido valorada por las diferentes temáticas sociales.

Lo más interesante del proyecto chileno –que entre sus productores aparece Pablo Larraín– es por el abordaje que se realiza del famoso caso, no desde una clásica narrativa omnipresente del drama sino desde la perspectiva del personaje de Zulueta, y posicionando al público al mismo nivel de la asistente del juez para ir desarrollando la trama. Si bien vamos conociendo sobre lo que sucedió en el suceso criminal, Alberdi apunta principalmente al reflejo entre las dos mujeres involucradas y cómo va formándose con el correr de la investigación.

Esta construcción sobre el homicidio se realiza de manera apaciguada, en una edificación de manera solemne que contrasta con lo subrayado que resulta la situación de Mercedes: ella se pone poco en su plato para que el resto de su familia coma bien, y los comentarios de su esposo (Pablo Macaya) y sus hijos (Enrique Valenzuela y Lucas Jaude) resultan claros sobre el rol de la misma indudablemente; que permite visualizarlo de esta manera para que la transformación pueda ser menos obvia.

Lo que sucedió con la escritora es apenas una causa para florecer visiones, percepciones y nuevas vivencias de la protagonista: ya no solamente por el rol de género sino por ubicarse en un sitio no propio –algo de eso, de manera más evidente, también se narraba por ejemplo en Dicha (Bliss, 2021)-. Este relato de fuerte componente femenino –se suma una voz entre la neblina de una icónica poeta transandina- trae reminiscencia al cine de Pedro Almodóvar, tanto en lo narrativo en aspectos técnicos: la musicalización de José Luis Miranda se apoya cómodamente sobre el suspenso, pero la paleta de colores que ofrece la fotografía de Sergio Armstrong resulta reconocido del realizador español.

Es una valorable obra la de Alberdi, quien viene demostrando que pisa fuerte en el cine latinoamericano y con un eco fuerte que ofrece Netflix, que nos eclipsa en su relato y su decodificación permite disparar hacia diferentes vértices, lo que es siempre bienvenido.


Si te gusta lo que hacemos, podés colaborar con tu aporte.

Invitame un café en cafecito.app

About Author

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Social media & sharing icons powered by UltimatelySocial