
Enrevesado juego del gato y el ladrón
Apremiado por cuestiones económicas, Eddie intenta abrir autos ajenos buscando algún objeto por el que le puedan dar un par de dólares. Cuando encuentra una lujosa camioneta en un estacionamiento, su posición parece invertirse ante los maléficos planes del dueño.

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Por Ignacio Pedraza
Cuando a inicios de 2020 el director Bong Joon-Ho levantó la estatuilla dorada, su discurso se basó en superar los subtítulos para abrirle la puerta a las películas extranjeras. Cinco años después, más allá de sus motivadoras palabras, digamos que los estadounidenses no tomaron muy en cuenta su consejo: Encerrado (Locked, 2025) llegó a las salas, también conocida como la remake de la argenta 4×4 (2019).
La historia dirigida por David Yarovesky respeta la matriz principal que Mariano Cohn dirigió junto a la producción de Gastón Duprat –ambos ejercen de productores ejecutivos en el reciente estreno-. Esta vez no tenemos a Ciro (Peter Lanzani) sino a Eddie (Bill Skarsgård) buscando robar algo que le permita sacar el cuello del agua. Cuando da con una lujosa todoterreno que se abre al instante, sus problemas parecen haber llegado a su fin, pero resulta que es sólo el comienzo. No solo porque no puede salir de la camioneta, sino que su dueño (William, la tenebrosa voz de Anthony Hopkins) le da la bienvenida a la trampa mortal que tenía preparada.
El metraje de noventa y cinco minutos se puntualiza en el encierro del joven, su conversaciones con el médico a través del manos libres y la manipulación de este último para controlar los estados dentro del vehículo. Sin la personificación que ha marcado parte de su filmografía, Skarsgård logra representar los objetivos del protagonista y su metamorfosis en clave de desesperación poniéndose al hombro gran parte de la narración al ser la única cara visible en la mayoría del tiempo como hizo en su momento Tom Hardy en Locke (2013), acompañado por la voz de Hopinks –quien traspasa ese perverso juego que propone-.
A diferencia de lo que dirigido por Steven Knight, las transformaciones del personaje en este caso pasan a lo físico y no sólo es dialéctico. Amen a que vemos el sufrimiento de Eddie y la verdadera tortura que vive en la Dolus, el guion de Michael Ross comienza a tomarse libertades a partir de la segunda mitad, como si no hubiera satisfecho la resolución nacional, y apunta a la acción más frenética.
¿Hay debates sobre la desigualdad y la falta de oportunidades? Claro. ¿Hay comentarios políticos? Sí, podríamos decir que la postura de William queda clara. Sin embargo, la propuesta de Cohn parecía interactuar con la coyuntura social-política de nuestro país, con comentarios que podemos escuchar en las calles –algo que en los proyectos del director y su compañero Duprat siempre está inmerso, con postura clara- y el debate se realizaba en nuestros pagos; mientras que en esta ocasión resulta más genérico.
Entiéndase: algunas figuras no se presentan, y sobre el final los objetivos del personaje de Hopkins parecen más ortodoxos que los de Enrique (Dady Brieva) en el imperativo encuentro entre los dos protagonistas, donde ya no se trata de un experimento de justicia inmoral sino plena maldad. Con el nombre de Sam Raimi entre los productores, uno puede esperar lo iracundo de la forma más exagerada para el cierre.
Con pocas ganas de leer subtítulos, desde el país del norte llegó esta nueva versión del film nacional que despertó dispares comentarios, pero ahora en un formato más básico y que apunta al entretenimiento basado en la sólida interpretación de sus protagonistas.
TÍTULO ORIGINAL: Locked
TÍTULO: Encerrado
DIRECCIÓN: David Yarovesky
GUION: Michael Ross
ELENCO: Bill Skarsgård, Anthony Hopkins
GÉNERO: Thriller. Suspenso.
PAÍS: Estados Unidos
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