Maternidad deseada
En un futuro con problemas climáticos y escasos recursos, Mia y Aaryan quieren ser padres. El Estado envía una asistente que convivirá con ellos durante una semana, para certificar el pedido de la pareja, en lo que será una convivencia traumática.
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Por Ignacio Pedraza
La maternidad y la descendencia ha sido una temática siempre presente en futuros distópicos. Ya sea de manera principal como son El cuento de la criada (TheHandmaid´s Tale, 2017) o Niños del hombre (Children of Men, 2006), o de manera colectora como Silo (2023) -con un prólogo que va por esa vía a través de los personajes de Rashida Jones y David Oyelowo-, la problemática parece ser tierra fértil para abordar las historias, y La evaluación (The Assessment, 2024) no está exento de ello.
El nuevo estreno de Prime Video representa el primer trabajo en la dirección de Fleur Fortune, donde nos trae a la pareja de científicos de Mía (Elizabeth Olsen) y Aaryan (Himesh Patel) buscando ser padres. Sin embargo, ante la escasez de recursos y el control de un Estado estricto, el formar una familia debe ser solicitado a la espera de la aprobación. ¿Cómo se da dicha consentimiento? Enviando una asistente a convivir una semana con la pareja, quien dará el pulgar para arriba o para abajo. Cuando llega Virginia (Alicia Vikander), los dos protagonistas harán todo lo posible para conseguir el permiso tan deseado, sin saber aún la exigencia que eso conllevará.
La propuesta de La evaluación, con guion de John Donnelly, Nell Garfath Cox y Dave Thomas se basa en los aspectos más retorcidos del ser humano, con un fuerte manto suspensivo y de retrato dramático para ahondar por sentidos intimistas. El deseo de la maternidad y la paternidad está, funcional también para representar un relato espeso e inquieto.
La cuestión materna es lo principal, como si fuera una exposición «almodovariana» maquiavélica. Pero más allá de lo troncal por lo que la asistente se hace presente y nos da resquemor desde un inicio, las actividades y el continuo día a día de la convivencia lo va volviendo extraño y morboso, permitiendo la lectura hacia diferentes vertientes como el deseo y los celos.
Con un reparto acotado –se hacen visibles más caras en una escena en particular, que se caracteriza por su latente crecimiento exponencial- lo realizado por Olsen, Patel y Vikander se potencia por la buena química y sus capacidades en representar diferentes dimensiones de sus personajes, donde vamos desarrollando sus peculiaridades que modifican sus posiciones y perspectivas todo el tiempo –lo de la actriz sueca podría ser nombrado entre lo destacado del año-. A ellos se suma una coyuntura específica, pero a la vez sin tanta información –el término de senoxidina parece explicar todo-, que nos brinda Fortune para apenas advertir sobre lo que representa dicho futuro.
Ese puñado de datos que tenemos sobre lo distópico se enriquece inevitablemente con lo técnico que propone el largometraje, con una fotografía opaca de Magnus Nordenhof Jonck que resalta colores primarios digno de una obra de Piet Mondrian, pero que todo el tiempo se basada en lo sombrío. Con el riesgo de correr por pretenciosa, dichas cuestiones van de la mano con su ritmo para evitar todo tipo de grandilocuencia propia de la ciencia ficción más habitual.
Olsen y sus personajes luchando por la maternidad será otro tipo de debate; pero en esta ocasión, el film de la directora francesa es una interesante propuesta que permite el debate y el entretenimiento en partes iguales, sumado a un trabajo de múltiples peculiaridades que propicia su recomendación.
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