Basada en el cómic de ND Stevenson, fue cancelada por Disney
Tras ser acusado de un crimen que no cometió, Ballister debe limpiar su nombre mientras es buscado por todo el pueblo, aunque contará con la ayuda de la enigmática Nimona, quien está dispuesta a todo por ayudar al caballero.
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Por Ignacio Pedraza
Si las palabras «monstruo» o «distinto» aún tienen un componente negativo, es que todavía no viste Nimona (2023), la nueva película de Netflix que evoca a las viejas producciones animadas fantásticas para toda la familia. Claro que, con los tiempos que corren, la trama no cae en lugares comunes y resulta una bocanada de aire fresco para el género.
Con el espíritu de Heath Ledger en Corazón de caballero (A Knight´s Tale, 2001), el plebeyo Ballister (Riz Ahmed) es coronado caballero a pesar de sus orígenes lejos de la nobleza. Sin embargo, segundos después de coronarlo una tragedia sucede frente a las narices de todo el pueblo y lo posiciona injustamente como el enemigo número uno.
Claro que, limpiar su nombre y esclarecer el hecho no será tarea fácil. Pero, con la moneda de la suerte girando en el cielo aún, se presentará la enigmática joven que lleva el título del film (Chloe Grace Moretz) para ayudar al protagonista y juntos investigarán a medida que los hechos –y secretos de los personajes- se irán revelando.
Basada en la homónima novela gráfica de ND Stevenson, los directores Troy Quane y Nick Bruno se sumaron afortunadamente a esta ola de animación distintiva alejada al 3D predominante de la mano de Pixar. Pero lo técnico –que por momentos favorablemente modifica su metodología- también va de la mano con la trama que logra sobresalir. Ya de por sí, el universo creado se balancea con rasgos de la Edad Media y lógicas monárquicas junto a una visión futurista propia de alguna galaxia lejana de Star Wars.
La historia logra abordar diversas temáticas con altura y que no se vuelva un relato caótico, que van desde retorcidos argumentos a los clásicos cuentos de dragones y princesas hasta sólidas referencias a la discriminación. La dupla, cada uno a su manera, sufre de los destratos de la sociedad por las diferencias, siendo el punto clave de la producción que lo lleva de gran manera sin caer en correcciones o burdas analogías.
En lo que respecta a las acciones, cuando la trama parece inclinarse hacia lo previsible las aventuras logran encontrar nuevos espacios con momentos claves para cada personaje, donde alterna equilibradamente entre momentos de humor y algunos –muchísimos- más sentidos, logrando interpelar con las sentidas características de los protagonistas. Las resoluciones, que en un primer momento parecen despejarse de manera notoria, se vuelven a construir con nuevos componentes para que el relato logre dinamismo y giros a los sucesos.
Los giros y las temáticas van de la mano con los personajes. La joven de pelo rojo trasmite un carisma ineludible, con varias capas que le dan profundidad a sus motivaciones y que su presencia sobresale en cada escena complementándose notablemente con el acusado, quien recorre una transformación –una acción clave de la obra- durante el lapso de las aventuras.
Como para terminar de definirse como una verdadera joya en el género, se logran distinguir las escenas de acción –bien congeniada con el resto de los momentos- y una musicalización que bien podría haber sido creada por la protagonista, ya que lo hecho por Christophe Beck ofrece entre el enérgico rock y la típica música de cuentos fantásticos –sin obviar el jazz-.
Con el pulgar para abajo de parte de Disney por la representación a colectivos de la sociedad, afortunadamente Annapurna tomó las riendas y nos brindó en Nimona una de las mejores películas animadas del año, que goza de entretenimiento, buena historia y atractivos personajes para volver a posicionar a «la N roja» con otra apuesta interesantísima dentro del género.
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