19 de mayo de 2024

Las chicas al poder de la investigación

Las periodistas Loretta McLaughlin y Jean Cole siguen los rastros de múltiples homicidios a mujeres de Boston con una metodología particular, pero los cañones apuntan hacia diferentes personas.


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Por Ignacio Pedraza

Uno dentro de las lista de asesinos seriales más adaptados a la pantalla fue el estrangulador de Boston, responsable de múltiples muertes de diferentes mujeres de la capital de Massachusetts con simbolismos específicos que databan de su marca. Sin embargo, detrás de la investigación y cobertura mediática del caso que llamó la atención, dos figuras del periodismo resaltaron y también son parte importante del hecho histórico.

Tras un nuevo asesinato en Michigan con los mismos rastros a los ocurridos hace tres años en el hogar de los Celtics, la investigación encomendada por Loretta McLaughlin (Keira Knightley) y Jean Cole (Carrie Coon) se reanuda intentando encontrar nuevas pistas de algo que ya parecía finiquitado. Es que en El estrangulador de Boston (Boston Strangler, 2023) se sigue el reconocido caso a través de la cobertura periodística de las dos protagonistas y cómo el suceso afectó tanto en lo laboral como en lo personal.

La nueva película dirigida y escrita por Matt Ruskin se diferencia de la homónima de 1968, que contó con Henry Fonda y George Kennedy, al abarcar el acontecimiento con las características típicas del género de investigación periodística, apuntado principalmente en el camino de las redacciones y oficinas policiales buscando fuentes ante los múltiples sospechosos.

El foco elegido se aclara especialmente en los aspectos personales de McLaughlin, donde se retrata el crecimiento laboral de la misma y también al interiorizarse sobre su rol familiar y la interacción junto a su esposo (Morgan Spector). Ambas cuestiones se ven reforzadas y encuadradas bajo el rol de la mujer en la época –promediando la década del 60- con una fuerte impronta de género criticando ciertos círculos machistas para resaltar la irrupción e importancia de las protagonistas donde rompieron barreras establecidas.



Pero más allá de las vivencias entre máquinas de escribir y pedido de declaraciones extraoficiales, el proyecto producido entre otros por Riddley Scott, también deja espacio para el suspenso y codearse con el thriller, principalmente cuando indaga de manera intimista en la nublosa figura del asesino y sus escasas apariciones que alertan a las ciudadanas y a quienes siguen su rastro. Con aires «fincherianos», los diálogos parcos y el ambiente intimista se nutren a través de una fotografía cromáticamente apagada por parte de Ben Kutchins y una musicalización poco invasiva de Paul Leonard-Morgan.

La actriz británica –sin rasgos de su acento- es quien lleva adelante la trama y quien se destaca en la caracterización de Loretta, intentando avanzar en la redacción y las implicancias que representaba para una mujer en dicho contexto; sumado a su intromisión a los asesinatos que la pondrán en la mira de todos. Knightley se complementa bien con Coon –un tanto desdibujada en el guion- aunque las escenas con Alessandro Nivola son las que resultan más enriquecedoras.

Sin quedar en el recuerdo como las más destacadas del género, El estrangulador de Boston resulta interesante por el ambiente construido ante un caso verídico y que su vertiente crítica permite vislumbrarla con mayor notoriedad.


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