El secreto de su éxito
Hace un par de años llegaba a los cines Keanu Reeves con una pequeña película de género con una fórmula conocida para los fanáticos del estilo, pero que planteaba una historia solvente de venganza que se convirtió en un clásico y algo más que tan solo una película de acción.
Por Tiago Di Pasquale
Estamos muy cerca del estreno del cuarto capitulo en la historia de John Wick ¿Quién podría haber adivinado que llegaríamos tan lejos con este personaje? ¿Qué fue lo que convirtió a Baba Yaga en el icono de la acción moderno? Repasemos los aciertos de la saga para tratar de descubrirlo.
La acción
La más obvia, por supuesto. De la mano de Chad Stahelski y David Leitch, especialistas y dobles de acción, John Wick ofrece una acción visceral, que queda perfectamente retratada en la cámara, fácil de seguir y, con la progresión de las secuelas, mucho más creativa y en ciertos puntos delirante (en un buen sentido, por supuesto). Es comparar la acción de la primera John Wick (2014) y John Wick: Parabellum (2019), los escenarios, las acrobacias, incluso las armas, todo se sube para superarse. Solo hay que ver otras películas de acción como Atomic Blonde (2017), Deadpool 2 (2018), Hobbs & Shaw (2019) y Nobody (2021) para ver la influencia de John Wick. Ayuda que las tres primeras fueron dirigidas por David Leitch (estuvo bastante ocupado). Fantástica, a veces inverosímil, siempre satisfactoria.
Un protagonista simpático
Una realidad es que todos queremos a Keanu Reeves. Ya sea como Ted “Theodore” Logan, Neo o John Wick, siempre estuvo en la discusión popular cuando se habla de cine palomitero. Jardani Jovonovich o simplemente John Wick, es un hombre que pasó por mucho: la muerte siempre lo persigue, no solo él mismo siendo una parca para los antagonistas de cada película, sino también, en el espíritu de otras como Die Hard (1988). John no es un ser indestructible, obviamente siempre se levanta porque aún hay secuelas por hacer, pero a veces necesita unos segundos para cerrar sus heridas y descansar sus ojos. Se hace mucho chiste sobre que toda su masacre es porque “mataron a su perro”; y sí, el (primer) perro de John Wick fue el último regalo de su esposa antes de morir, y con ella se fue su intento de seguir una vida normal. No creemos que él disfrute ser el mejor asesino del mundo, pero es merecedor de ese título, y la energía que Keanu trae a su interpretación es lo que hace que queramos ver al señor Wick llegar a la siguiente película.
Un mundo ridículamente rico
Quizás el mayor acierto de la saga es el mundo. Si bien en la primera no se entra en detalle, la segunda película es donde vemos realmente la realidad en la que vive John Wick, que el Hotel Continental, con su status de zona neutral sin muerte es solo la punta del iceberg. El mundo de John Wick no es controlado por una familia criminal, sino por toda una organización casi religiosa, con ritos, pactos de sangre, y que influencia todos los niveles de la sociedad, desde vagabundos a la elite, sin mencionar detalles como un traje de saco y corbata a prueba de balas, todo un arsenal letal y villanos cada vez más excéntricos hacen que John Wick rivalice incluso con el agente 007 o cierto caballero de la noche. Con tan solo solo cuatro películas (y un spin-off, Ballerina, protagonizado por Ana de Armas), la saga de John Wick apenas se está expandiendo. Veremos qué tan lejos puede y que ojalá no supere a lo ridículo.
Así que, si algún lector quiere rescatar algo para hacer su propia franquicia, tienen estos tres puntos: un protagonista vulnerable pero decidido; acción para mover las partes lentas y que sepa reinventarse con el paso de la historia; y un escenario dinámico donde el héroe encuentre aliados, rivales y traidores.
Mientras tanto, pueden ver John Wick: Baba Yaga, que estrena el 23 de marzo en Argentina.
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