
Almas gemelas conectadas por un pasado oscuro
Eric Draven y Shelly Webster son almas gemelas conectadas por un oscuro pasado. Tras el brutal asesinato de la pareja, Eric tiene la oportunidad de salvar a su verdadero amor. Entonces se embarca en un viaje implacable en busca de venganza, cruzando los límites entre el mundo de los vivos y el de los muertos para enderezar entuertos y tomarse la justicia por su mano.

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Por Ernesto Cárdenas
La remake de El cuervo se presenta como una oportunidad desperdiciada para recrear una historia que, en su versión original, combinaba de manera perfecta lo fantástico y lo fantasmagórico. La narrativa de un joven rebelde que regresa del más allá en busca de venganza tenía el potencial de resonar nuevamente con el público contemporáneo, pero la película se queda a medio camino, atrapada entre el homenaje nostálgico y la ambición de ofrecer algo nuevo.
La dirección de Rupert Sanders consigue un producto decente, pero lamentablemente no logra superar eso. El principal problema radica en que, a pesar de los treinta años transcurridos desde la versión original, esta nueva entrega no logra definirse entre el reconocimiento emotivo que podría ofrecer a los fans del film de 1994 y el despegue intelectual necesario para reimaginar la historia de una manera innovadora.
Por otro lado, Bill Skarsgård se enfrenta a un reto significativo al asumir el papel protagonista. Aunque intenta infundirle al personaje la angustia y desesperación necesarias, su actuación está lastrada por los vestigios de su papel como Pennywise en It. Los gestos y tics que solía emplear para dar vida al aterrador payaso resuenan de manera inapropiada en este nuevo contexto, lo que en lugar de enriquecer al vengador trágico, lo distorsiona. El resultado es una interpretación que, en lugar de aportar profundidad, debilita la conexión con el personaje, volviéndolo más incoherente que impactante.
Uno de los mayores problemas de esta remake es su manejo irregular del simbolismo. Mientras que en la versión original utilizaba una construcción de elementos dirigidos a profundizar en la psicología de los personajes, toda su disposición se encuentra ubicada de manera superficial, sin el peso necesario y esperable. Este enfoque impide que la película tenga la posibilidad de construir una fuerte identidad, y queda bailando en su marco promedio y bastante chato.
En ese laberinto de indecisión, la película se pierde, quedando en una especie de limbo que no satisface ni a quienes buscan revivir la emoción de la primera vez ni a aquellos que esperaban una reinvención más audaz.
Este enfoque indeciso no solo afecta la narrativa y la atmósfera, sino que también influye en cómo la película es percibida por una audiencia que, incluso tres décadas después, sigue guardando en la memoria la poderosa impresión dejada por Brandon Lee y la estética singular del film original.
En definitiva la remake, aunque intenta rendir homenaje a esa historia, se desvanece en su intento por ofrecer algo que trascienda, convirtiéndose en un ejercicio de nostalgia que no logra capturar la esencia que hizo de El cuervo un clásico de culto.
TÍTULO: El cuervo
TÍTULO ORIGINAL: The Crow
DIRECCIÓN: Rupert Sanders.
ELENCO: Bill Skarsgård, Danny Huston.
GÉNERO: Suspenso. Fantasía. Animación.
ORIGEN: Reino Unido, Francia, Estados Unidos.
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