El poder está en juego entre dos familias criminales rivales
La historia sigue a Harry Da Souza, arreglador de una reconocida familia mafiosa de Londres como son los Harrigan. La ambición, el peligro y un incidente entre jóvenes pondrán en juego su hegemonía.
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Por Ignacio Pedraza
En la mesa que compartieron los simpáticos Jack (George Clooney) y Nick (Brad Pitt) de Wolfs (2024) podría sumarse el silencioso Harry (Tom Hardy). ¿Qué une a los tres? Su profesión: limpiar los desastres de gente poderosa, y que no queden rastros aunque haya que recurrir a la violencia. El último de los tres es el que nos compete en esta ocasión, al protagonizar Tierra de mafia (MobLand, 2025), la nueva serie de Paramount+.
La historia, que cuenta en su lista de directores y como productor al mismísimo Guy Ritchie, sigue a la familia Harrigan, capitaneados por el matrimonio de Conrad (Pierce Brosnan) y Maeve (Hellen Mirren), una de las más poderosas en el mundillo de la mafia londinense, con el personaje de Hardy como “arreglador” y empleado primera línea de los patriarcas para atar los cabos sueltos y mantener el status quo.
Al protagonista lo conoceremos a partir de un incidente que involucrará al joven integrante de la familia Eddie (Anson Boon) reviviendo la llama conflictiva cuando otro implicado es del clan Stevenson, rivales a muerte de los Harrigan. Con el orgullo en el medio –y negocios por el que compiten de vieja data-, la guerra por el poder parece inevitable.
La serie de diez capítulos creada por Ronan Bennett se puede trazar a través de dos caminos: desde la perspectiva del personaje de Hardy, que nos trae reminiscencia –sin el tono jocoso- al largometraje del año pasado de Jon Watts, o como un producto inserto en el thriller mafioso y con las lógicas puras del género. Al inicio podemos notar los malabares que hace Harry que lo posiciona como el empleado más fiel de la familia, pero posteriormente la trama se ensancha y se convierte plenamente en una guerra entre los clanes más poderosos de la capital inglesa.
Por momentos testigo, por otros como un jugador más del complejo mapa en el que todos están inmersos, vamos introduciéndonos en los diferentes personajes que nos trae Bennett y los directores Ritchie, Anthony Byrne, Daniel Sirkyn y Laurence Gough que van desde los múltiples Harrigan –cada uno con su propio arco-, los Da Souza, los Stevenson y todos aquellos implicados en el negocio y la colisión de poderes.
Ante este escenario y con el nombre del reconocido realizador británico –y un showrunner especialista en la materia-, la fórmula parece no fallar: la trama resulta dinámica, entretenida y con un componente violento a lo que ya estamos acostumbrados del buen Ritchie. A esto le sumamos la conformación de un plantel totalmente detestable, del que parece imposible empatizar y que la lucha de todos contra todos es disfrutable.
Más allá de la legitimidad que le pueden dar los nombres más destacados del reparto, la química entre Brosnan y Mirren es innegable y se los notó hasta disfrutando de interpretar seres despreciables. Por otro lado, lo de Hardy permite una discusión diferente: si bien su trabajo siempre es destacable, ha presentado otros trabajos similares en su filmografía y con un abanico más amplio de recursos, ya que su Harry es implacable, silencioso y no muy demostrativo.
Si bien no se sale de los parámetros esperados del género –apenas coquetea con la acción, en la incursión de su protagonista por Amberes-, Tierra de mafia atraerá a quienes aman las historias mafiosas sin muchas pretensiones, aunque ello ni implique que sea menos lograda: la construcción de personajes, la violencia sin tapujos, los nombres de lujo y la atinada musicalización de Illan Eshkeri permiten destacarla y que su visionado no sea para nada despreciable.
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