26 de abril de 2024

El amor como unidad de medida

¿Somos esclavos de un sistema que premia el falso compromiso y bondad a nuestra pareja o realmente nos nace por amor? Es el planteo general de la nueva película dirigida por el director argentino en coproducción con Netflix.


Por Agustín Boero

Matrimillas, la nueva comedia de Netflix, nos entrega buenos interrogantes para entender si somos conscientes cómo formamos vínculos amorosos y cuánto nos dedicamos a éstos. Si realmente nos dejamos llevar por los sentimientos de pertenencia o esperamos ser recompensados por nuestras actitudes.

La película comienza con un matrimonio en crisis. Los personajes de Juan Minujin y Luisana Lopilato son una pareja rutinaria y ya casi frívola, por lo que luego de un encuentro casual y seguida de recomendación por una pareja amiga, caen en un extraño programa de «terapia alternativa» y su app para sumar puntos por las buenas acciones que realicen hacia su pareja, y en conjunto, para «fortalecer el vínculo marital». Caso contrario, si las acciones no son buenas, restan puntos que pueden ser canjeados por placeres individuales.

Aquí está el conflicto central de la película, pues el personaje de Minujin quiere hacer una viaje con amigos y como no encuentra la forma de explicarle a su esposa, entra de lleno en esta aplicación que le puede permitir viajar sin dar explicaciones. Si logra la cantidad de puntos necesarios, claro, los cuales son muchísimos y las buenas acciones que deberá hacer por su pareja son muchas también.

Como película en sí, la comedia de Sebastián De Caro es entretenida para ver desde la plataforma debido al carisma que aporta Luisana Lopilato y las graciosas situaciones que le ocurren. Es una buena opción para ver algo acorde al ambiente familiar pero no mucho más que eso. Los diálogos son muy acartonados para tratar de abordar un público más latinoamericano, aún sabiendo que la película no deja de ser rioplatense para darle un contexto. Hay apariciones más amigables como la de Andrea Rincón, Betiana Blum y Julián Lucero, que no son de gran aporte pero son siempre bienvenidas debido al cariño que el público puede tenerles. Más allá de esto la trama no es para nada compleja, totalmente predecible y aún así no trata al espectador de mala manera porque la película está muy bien estéticamente: en conceptos generales hay una buena puesta de producción y escena para que visualmente acompañe los 100 minutos de película.

Para resumir, Matrimillas es una linda película para ver cenando o para matar algún tiempo libre como para ver un estreno. No mucho más.

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