La heroína llegó al Universo Cinematográfico de Marvel
Jennifer Walters quiere ser una prestigiosa abogada, pero tras un accidente con su primo Bruce Banner se convierte en She-Hulk. Sin embargo, ambos caminos se unirán y la tendrán como abogada defendiendo a los superhéroes a través de su alter-ego.
Por Ignacio Pedraza
Las series de Marvel siguen llenando el catálogo de Disney+, y a quien le tocó hacer su debut en el establecido universo es She-Hulk: Defensora de héroes (She-Hulk: Attorney at Law, 2022) a través de una comedia creada y dirigida por Jessica Gao.
A diferencia de otras producciones relacionadas a los cómics, la historia de Jennifer Walters (Tatiana Maslany) se posiciona directamente en el género a través de un código honesto que queda claro desde su primer episodio: las aventuras de la flamante abogada son propias de una comedia de situación, que si bien presentan la historia de origen de la mujer verde, la trama principal se basa en las situaciones a partir del suceso en la protagonista y cómo logra lidiar entre su costado heroico y profesional.
Repleto de referencias de la cultura pop y del propio subgénero, Walters viene a ser otra cara del lenguaje meta que va en la misma sintonía a lo de Ryan Reynolds con su Deadpool, con el inevitable rompimiento de la cuarta pared pero con algunos guiños bien metidos que permite jugar con el UCM como pocas veces se vio que van del pedido de franquicias exitosas como del propio cast referente a su primo.
Asimismo, la impronta que logra diferenciarlo con el mercenario se basa a lo referido con el rol de la mujer en la sociedad, con una fuerte significación feminista repleto de hombres machistas dentro de un sistema patriarcal que lo denuncia de manera grotesca. La serie intenta ser emblema de las mujeres con varias temáticas coyunturales pero que no sólo responde a la cuestión del género sino a la propia discusión sobre las producciones de Marvel, respondiendo a los haters dentro de la trama.
En el mismo sentido, la protagonista en She-Hulk busca alejarse de la figura de su primo y tener la identidad propia de los cómics, en el mismo tono que se la ha visto en las viñetas. Por este motivo se debe subrayar la tarea de Maslany, quien con su carisma se adueña del personaje y es de lo más destacado de la serie, apoyándose en el tono burlesco de la historia.
Sin embargo, a la actriz no se la ve acompañada de la mejor manera por el resto del reparto: las mejores interacciones se observan en el inicio durante el entrenamiento con su primo pero que al asentarse como She-Hulk sus acompañantes no son empáticos ni tienen lugar para el desarrollo –salvo la Abominación de Tim Roth, que sufre un lavado característico funcional al tono de la serie- y toda situación cómica se vuelve cuesta arriba, con momentos que no logran el golpe esperado o que pierde todo tipo de sentido, más allá de lo hilarante que intenta ser.
Párrafo aparte para el CGI de la serie, que desde los primeros trailers se veía defectuoso y durante sus episodios la percepción no cambia: la protagonista se ve demasiado animada y la interacción con el resto lo opaca, llamando la atención dicha edición teniendo en cuenta que hablamos de unas de las empresas más ricas del mundo.
Solo la reaparición de un emblemático personaje como Daredevil (Charlie Cox), que tiene espacio para alternar entre Matt Murdock y su alter-ego, brinda buenos momentos junto a las secuencias de acción más dignas –lo máximo que permite la imagen generada por computadora-, algo que brilla por su ausencia durante el tiempo restante.
Recién en el último episodio logran tirar la casa por la ventana y jugársela con el tono jocoso para que Jennifer lleve su histrionismo al máximo, pero el camino hasta ahí se vuelve pesado. Quedará en el pensamiento qué hubiera pasado si ese ritmo frenético que vemos en el noveno capítulo hubiera sido explotado con mayor regularidad durante la serie, pero solo queda disfrutar de algunos guiños, el carisma de su protagonista y aguardar por cómo seguirá el personaje en posteriores aventuras de She-Hulk.
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