29 de marzo de 2024

La perfidia es no verla de manera maratónica

El flamante director de MI6 Adam Lawrence (Charlie Cox) deberá luchar contra su turbulento pasado como agente tras la irrupción de la incógnita Kara (Olga Kurylenko) en un contexto de entramados familiares y políticos.


Por Ignacio Pedraza

Cuando alguien sabe manejarse en un terreno específico, se festeja cada nuevo trabajo en el género. El guionista –junto a los hermanos Coen– de la destacada Puente de espías (Bridge of Spies, 2015), Matt Charman, vuelve a estar a cargo de un trabajo de similar características en Traición (Treason, 2022) la miniserie de Netflix que cumple a la perfección con el término maratón.

El envenenamiento a Sir Martin Angelis (Ciarán Hinds) catapulta al subdirector Adam Lawrence (Charlie Cox) como nuevo mandamás del servicio de inteligente británico. Sin embargo, el pasado de quien se convierte en el director más joven de la historia amenaza con salir a la luz tras la aparición de viejos conocidos en el medio de las elecciones para Primer Ministro.

Dentro de todo este embrollo político se enmarca el thriller que se destaca por el dinamismo. Los cinco capítulos de la serie dirigida por Louise Hooper y Sarah O´Gorman ofrecen una trama sin muchas dificultades para situarse dentro del género pero que cuenta con buenos giros de trama para no caer en una meseta o volverse previsible. Cuestiones del pasado que vuelven resultan naturales y no recurren a flashbacks innecesarios o redundantes, sino que cada componente es funcional para la historia.


Otro punto llamativo es la cuestión humanista de la trama, ya que las relaciones familiares y las responsabilidades mismas también tienen una importancia no siempre vista en el género, que muchas veces pasan por personajes fríos e implacables. En esta ocasión, los parentescos se hacen presentes de manera permanente –sin ser invasoras- y congenian bien con el espionaje, ya que les da otras capas a los personajes.

Sobre este punto, si bien cabe destacar que ninguno logra destacar o una interpretación memorable, el reparto sabe manejarse en el terreno que creó Charman y generaron un sólido trabajo. Cox lleva en los hombros la responsabilidad narrativa sin ningún tapujo, mientras que las interacciones con Kurylenko –especialista en este tipo de proyectos- como con Oona Chaplin, son más que correctos. Técnicamente, tanto el uso de las cámaras como las secuencias de acción –con las que cuenta en varias ocasiones pero tampoco abusa de ello- se encuentran en lo plano de lo clásico.

Sin llegar a la hora en cada uno de sus envíos, Traición se puede comer de un bocado y sin ningún bostezo por el medio. La «N roja» cierra el año con una más que interesante propuesta que evoca a una simple historia de espionaje para aquellos fanáticos de dicho tipo de tramas pero que también puede seducir a los más alejados por su dinamismo y solidez.

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