28 de marzo de 2024

Cómo un hombre atemorizado llegó al espacio exterior

En el espacio nadie te oirá gritar: se cumplen 44 años del estreno de Alien, quien daría inicio a un camino de ciencia-ficción, horror, viajes espaciales, avances tecnológicos y extraterrestres.


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Por Lucas Soto

Hace exactamente 46 años llegaba a la pantalla grande la epopeya intergaláctica que iniciaría una carrera entre producciones hollywoodenses por demostrar hasta dónde puede llegar la ciencia ficción en la cinematografía. La Guerra de las Galaxias (Star Wars, 1977) abría la ventana a un montón de futuras posibilidades en las que el hombre común debe enfrentarse, entre naves espaciales y rayos láser, a un compendio de criaturas alienígenas, salidas de un inconsciente más allá de la razón humana.

Las producciones de ciencia ficción no eran novedad en Hollywood, pero la posibilidad que trajo el estreno, y éxito rotundo, de la obra de George Lucas, fue la de contar con un presupuesto que ayude a recrear, lo más parecido a lo que alguna vez se pensó, aquella galaxia muy muy lejana.

En 1974, tres años antes de que Luke Skywalker desenfundara por primera vez aquel sable de luz, John Carpenter llamaba a un amigo, Dan O´Bannon, para participar en el guion de Dark Star, película que trae elementos que luego se reflejarían en la obra protagonista de este texto. A pesar de que O´Bannon haya contribuido en el guion, en la edición y hasta haya actuado en el film, la obstinación de Carpenter en mantener solo su nombre en los créditos de la historia hicieron que Dan se alejara de la película, no sin llevarse consigo la idea original de la misma.

Pasando por Francia, gracias al pedido de Alejandro Jodorowsky para adaptar su versión fallida de Duna, y aterrizando en bancarrota en el sillón de su amigo Ronald Shusett, guionista y productor que lo acompañaría en el proceso más importante de su vida, Dan logra plasmar aquellas imágenes traídas de Dark Star en 29 páginas a las que titularía Memory. Este pseudo primer acto es lo que, luego de una odisea de producción, se proyectaría en los cines, hace 44 años, como los primeros minutos de Alien, el octavo pasajero (Alien, 1979).

De todas formas, expandir esas 29 páginas en el largometraje de ciencia ficción y terror que hoy conocemos es, tal vez, una aventura aún más espectacular que la que viven los tripulantes de la Nostromo.


20th Century Fox, que en ese momento se encontraba sedienta en producir cualquier obra de ciencia ficción que se asemejara al éxito de Star Wars, da luz verde al proyecto, brindando un presupuesto de cuatro millones de dólares. Este primer paso ayudó a que Dan contactara a un artista que había conocido en el poco tiempo que estuvo en Francia junto a Jodorowsky: Hans Rudolf Giger. ”Sus ilustraciones [sobre Giger] tuvieron un profundo impacto en mí. Nunca había visto nada tan horrible y, al mismo tiempo, tan hermoso como su trabajo”, exclamó O’Bannon sobre la obra del suizo.

Tanto el guionista como el ilustrador logran encontrase en su fanatismo por Lovecraft y la reinterpretación de este. O´Bannon, al presenciar las páginas del «Necronom IV», libro que recopila parte de la obra de Giger en aquel entonces, queda fascinado por la versión biomecánica y sexual de un futuro que une figuras humanoides con elementos viscerales y lascivos. Parte de su obra parte de la evolución de un cuerpo hacia una forma incomprensible, grotesca, pero no menos espectacular y poderosamente provocativa.

Por otra parte, lo que la salida de Walter Hill, director inicial del film, parecería un contratiempo, esto posibilitó que Fox le diera las riendas a Ridley Scott, que venía de hacer The Duellists (los Duelistas, 1977).
Minucioso y apasionado, Scott se mete de lleno en la producción de la película, realizando bosquejos de storyboards y guiones técnicos para plasmar las ideas que rondaban por su mente. Pero aún faltaba algo primordial, algo que inició en aquella época en donde Dan subsistía con Shusett: ¿Cómo sería el monstruo? O´Bannon traza el inicio de una relación simbiótica entre guionista y director al presentarle el «Necronom IV» a Ridley. Tras verlo, el director exclama “Es esto. Ya no busquemos más”.

Esto no solo acrecentó el presupuesto inicial del film, que pasó a ser de casi nueve millones de dólares, sino que dio inició a la creación de la criatura más terrorífica y, por ende, perfecta de la cinematografía: el Xenomorfo. Según Carmen María Giger, esposa del Hans, el artista eludía a sus propios sueños para crear su arte. Es así que el Xenomorfo nace de un lugar en donde no hay ningún tipo de control, solo la interpretación de qué es lo que puede llegar a suceder allí.

Tal como el espacio, un lugar oscuro, silencioso, vacío. Pero, ¿lo es en realidad? Sumado a la idea original de que el alienígena, y su método de reproducción, se basa en la avispa parasitaria, que elige diversos insectos, más que nada orugas, para depositar sus larvas, Alien nace como la pesadilla de esa perspectiva sobre el espacio silencioso. De cómo el miedo a lo desconocido es el motor hacia la destrucción y origen de un nuevo comienzo.

Toda la película es la manifestación de esos sueños, incomprensibles y peligrosos, y de una realidad que parece terrorífica y cruel, pero que no es más que la vida abriéndose paso. Estos elementos, que logran encontrar un hogar en la producción del film, se trasladan tanto a los escenarios como a sus personajes, logrando que estos trasciendan gracias a cómo el publico se identifica con ellos.

Scott, obsesionado en los detalles para armar una atmosfera terrorífica, sin concentrarse en la justificación de los mismos, toma el diseño de la Nostromo y la transforma en un camión espacial, llena de humedad, rincones con vapor y lluvia intergaláctica, lejos de toda la parafernalia multicolor que se había presentado con anterioridad en obras como Star Trek (1966), Logan´s Run (1976) o la misma Star Wars. De esta forma, el inicio del film se concentra en presentarnos un entorno “realista”, prepara al espectador para algo que va a pasar, por más que esa amenaza aún se encuentre distante.


Por supuesto, el contexto sociocultural que engloba a la producción también ayuda a que la misma presente los miedos de una época que se enfrentaba a grietas económicas y dolores latentes. Las repercusiones de la guerra de Vietnam, el escándalo Watergate, el surgimiento de los “asesinos en serie” y la ruptura de la imagen familiar son tan solo algunos de los elementos que trascienden, en mayor o menos medida, en el film.

No es casualidad que parte del conflicto inicial sea que Parker y Brett, mecánicos de la tripulación, se preocupen más por sus tareas a nivel contrato (la Nostromo no es más que una nave comercial) que por lo que está pasando en realidad. Es relevante también mencionar cómo la figura de la mujer, tanto dentro como fuera de Hollywood, era oprimida y relevada a su mínima expresión. En donde las figuras femeninas, sea en el cine de ciencia ficción como en el de terror, cumplían papeles menores, que no trascendían más que por su belleza corporal, Ellen Ripley logra transformarse en la protagonista definitiva tanto del film como del género, marcando un antes y un después.

Ripley pasa de ser la voz de la razón a la que toma el toro por las astas para salvar su propio pellejo y el de toda la humanidad del horror que presencia. Debe, durante toda la aventura, atravesar las decisiones de un grupo de hombres que, sea por querer hacer lo correcto o por cumplir ordenes de altos rangos, no hace más que empeorar la situación. Es por esto que Alien, dentro de todos sus elementos fantásticos, una película tan realista como actual.

Criado en Misuri, en donde la tecnología era obsoleta, Dan O´Bannon se compenetraba en tiras diarias espaciales. Su cabeza se transportaba a aquellos miedos que traían monstruos intergalácticos e insectos gigantes que presenciaba en películas como La humanidad en peligro (Them! 1954) o Beginning of the End (1957). Aquellas criaturas desconocidas, imponentes, ponían en jaque aquél paramo del Medio Oeste y su tranquilidad, tal cómo podemos presenciar en aquel espacio exterior calmo y somnoliento.

Más entrado en edad, Dan fue diagnosticado con la enfermedad de Crohn, un trastorno intestinal que, según él, a veces sentía que lo “devoraba”. Cuando le pide ayuda a su amigo Shusett con el guion, uno de las incógnitas que tenía el guionista era cómo el monstruo llegaba a la nave. Solo sabía que debía de salir del estómago de uno de los tripulantes.

La escena del Chestburster, aquel logro técnico que paralizó hasta a los mismos actores, es la metáfora perfecta que representa la liberación de O´Bannon, una criatura tan terrorífica como impresionante, dentro un mundo en el que es pequeño. Pero, una vez libre, no queda más que hacer estragos.

“Se crío en un lugar sin televisión ni teléfono y llegó hasta las estrellas”, exclama Diane Louise Lindley, mujer de Dan.

Si Star Wars abrió una ventana, Alien abrió la puerta de par en par.

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