10 de marzo de 2025
Doctor Cerebro

Una gesta inolvidable

Un grupo de revolucionarios en el Neo-Mendoza del 2037 iniciará un peligroso viaje por la Cordillera de los Andes para salvar la última Inteligencia Artificial del planeta. Spoiler: sale todo mal.


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Por Ignacio Rapari

El afiche de Doctor Cerebro, el nuevo largometraje de Pablo Parés (conocido por Plaga Zombie), es uno de los más hermosos que ha dado el cine argentino en los últimos años. Y como tal, viene con una enorme responsabilidad: estar a la altura de la extravagante propuesta visual y narrativa que sugiere. Una presión considerable, sobre todo si se tiene en cuenta que la película nos transporta a un futuro distópico en el año 2037, donde existen facciones fundamentalistas y revolucionarias, un grupo de antihéroes que debe llevar a cabo una gesta sanmartiniana atravesando la Cordillera de los Andes (sin que falten las experiencias psicodélicas), y una inteligencia artificial con forma de feto-robot, que los protagonistas cargan en una especie de transportadora para gatos. Sí, es demasiado y a pura honra.

A todo esto se suma el hecho de que Doctor Cerebro fue filmada en apenas ocho días por un grupo de amigos mendocinos, con recursos casi nulos. La hazaña no solo existe dentro de la ficción, sino también en la propia realización de la obra, que no tiene nada que envidiarle a producciones de mucho mayor presupuesto. La película, producida por Cine Salvaje, Cineclub Stocco, Hydra Corp y Sarna Cine Punk, asume decididamente su esencia bizarra pero no por ello se escuda bajo ese pretexto para transitar el mero sin sentido, amén de que sea una producción más apta para nichos que para un público masivo.

Algo totalmente loable si se tienen en cuenta los baluartes de este grupo de realizadores y, enteramente, de la filmografía de Parés, un experto absoluto para el abordaje de este tipo de propuestas, que en este caso, hasta apuestan por filmar casi sin actores profesionales.

Lo que inevitablemente viene a la cabeza es qué podría hacer Parés si tuviera más recursos y una audiencia más grande. Porque claro, el público que apoya estas películas es en su mayoría el del género y lo bizarro, ese que va a cualquier sala donde proyecten una propuesta de estas características. Pero el nivel de trabajo detrás de Doctor Cerebro es tan alto que, por lo menos, hace pensar en las posibilidades que podrían aprovechar estos realizadores si contaran con el apoyo necesario.

Sin perjuicio de estas últimas reflexiones, lo importante es que Doctor Cerebro es una película repleta de ideas y que no solo hace reír al espectador con sus brillantes gags y su absoluta irreverencia, sino que también transmite una sensación de esperanza. En tiempos de lucha constante y dificultades para los creadores independientes, películas como esta son un recordatorio de que el cine local puede resistir y prosperar a través de creaciones que solo conocen de riesgos.


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