
El costo emocional de la supervivencia
Un joven soldado israelí huye de su tropa en el Ejército y regresa a Tel Aviv para ver a su familia y pasar unas horas libre del ambiente bélico, pero pronto descubrirá que la élite militar está convencida de que fue secuestrado en la confusión de la guerra.

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Por Gastón Dufour
Dirigida con sensibilidad y precisión por Dani Rosenberg, El desertor es una película que aborda los dilemas morales y emocionales de un joven soldado atrapado entre dos mundos. Ambientada en el contexto del conflicto israelí, la historia de este desertor nos lleva más allá del campo de batalla y se adentra en los laberintos personales que la guerra deja en quienes la viven.
La trama sigue a Shlomi, un soldado que, abrumado por la violencia y la tensión en el frente, decide abandonar su tropa y regresar a Tel Aviv. Su motivación no es la rebelión, sino un anhelo desesperado de normalidad, de recuperar por unas horas la vida que la guerra le ha arrebatado. Sin embargo, su intento de desconectar del caos tiene consecuencias inesperadas, ya que la élite militar interpreta su ausencia como un posible secuestro, desencadenando una serie de eventos que lo alejan aún más de la paz que buscaba.
El director logra capturar con buena mano la tensión entre lo personal y lo político, pintando un retrato íntimo de Shlomi y su familia. La cámara se mueve con una cercanía que casi incomoda, reflejando la vulnerabilidad del protagonista mientras intenta reconectar con un hogar que, paradójicamente, también se siente ajeno.
El contraste entre la frialdad del aparato militar y la calidez —a menudo frágil— de las interacciones familiares destaca la desconexión entre las exigencias de la guerra y los deseos humanos más básicos.
Una de las fortalezas de la película es su capacidad para generar empatía sin caer en discursos moralizantes. A través de Yonatan, la película cuestiona la narrativa heroica tradicional y se centra en las pequeñas pero significativas resistencias cotidianas, como la decisión de priorizar un momento de humanidad por encima de los mandatos de una estructura opresiva.
La interpretación de Ido Tako es notable, considerando que transmite con sutileza la complejidad de un personaje que carga con un peso mayor al que su juventud debería soportar. El guion, contenido y preciso, permite que los silencios y las miradas cuenten tanto como las palabras.
El desertor no ofrece respuestas fáciles, pero sí una invitación a reflexionar sobre las marcas invisibles de la guerra y el costo emocional de la supervivencia. Un filme necesario, íntimo y profundamente humano.
TÍTULO: El desertor
TÍTULO ORIGINAL: The vanishing soldier
DIRECCIÓN: Dani Rosenberg.
ELENCO: Ido Tako, Mika Reiss, Efrat Ben-Zur.
GÉNERO: Drama.
ORIGEN: Israel.
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