La producción de la BBC llegó a Flow
La tripulación del capitán Brownlee está lista para navegar por el congelado Ártico, aunque los ambiciosos intereses y las luchas por dejar el pasado atrás harán del viaje un verdadero desafío, más allá de las condiciones naturales.
Por Ignacio Pedraza
Aquellos que extrañan horrores Peaky Blinders (2013) y no aguardan por la película que narrará el final de Thomas Shelby, hay recomendaciones que no necesariamente calcan lo visto en la creación de Steven Knight pero se asemeja en los aspectos técnicos para alivianar de manera mínima esas expectativas.
La primera similitud entre la familia mafiosa y La sangre helada (The North Water, 2021) pasa por su producción: con BBC entre sus filas, es inevitable relacionar varios aspectos narrativos, ambientación de época y puesta en escena que traerán en la memoria la serie protagonizada por Cillian Murphy. Fuera de eso, las escenas de acción, diálogos y la construcción de personajes también generan la comparación entre ambos trabajos.
En lo que respecta a la adaptación de la novela homónima de Ian McGuire, la estructura va por otro camino: apenas cinco episodios para retratar las aventuras de la tripulación del capitán Brownlee (Stephen Graham), pero apuntado principalmente en dos figuras: el cirujano Patrick Sunmer (Jack O´Connell) y el forajido Henry Drax (Colin Farrell). Más allá de que la travesía para la caza de ballenas durante el Ártico es el punto vital, la miniserie creada por Andrew Haigh también aborda cuestiones intimistas de sus dos protagonistas y la creación de una espesa atmósfera para estallar entre los intereses contrapuestos.
El carisma de la familia Shelby en este caso brilla por su ausencia, ya que los personajes de esta producción son vulgares y poco empáticos, en un contexto laboral y social de podredumbre y miseria. Alejado a la dicotomía de héroes y villanos, la moral es terreno de nadie y ninguno de sus personajes puede ponerse en un pedestal, más allá del antagonismo entre Sumner y Drax y que –supuestamente- irradian características completamente distintas.
Bajo estos elementos, el suspenso se vuelve inevitable y desde el primer momento estamos atentos a las intrincadas relaciones entre los personajes, y cómo bajo la manga cada uno cuenta con sus secretos. Sin embargo, la serie no estira dicha construcción innecesariamente, sino que destapa dichas problemáticas para volcarse al terreno de la acción donde florecen las desgracias.
Aún con los reflectores apuntados a su gran labor en Los espíritus de la isla (The Banshees of Inisherin, 2022), Farrell roza lo glorioso con una gran interpretación en la construcción de su Henry Drax, manifestando todo lo despreciable y como principal sospechoso de todos los males habidos y por haber, donde simula un ínterin en plena transformación a Oswald Cobblepot. El escocés saca bastante terreno sobresaliendo respecto al resto de sus compañeros de reparto, más allá del buen trabajo.
Su rápida visión, más allá de su tormentosa y espesa narrativa, vuelve a La sangre helada una interesante propuesta para los fanáticos del género y fortalecida por el trabajo de Farrell, pero que no necesariamente queda en el recuerdo como una de la más destacadas.
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