1 de mayo de 2024

De personajes y espectadores misántropos

Obligado a pasar las vacaciones de Navidad con un puñado de estudiantes, un profesor antipático en una escuela preparatoria desarrolla un vínculo improbable con un alborotador inteligente y la jefa de cocina.


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Por Ignacio Rapari

Nieve. Coros. La inminente llegada de la Navidad. Un colegio secundario pupilo de alta alcurnia repleto de hombres. Libros apoyados en la estufa del baño de un profesor solitario, que mientras es presentado corrigiendo los exámenes de sus alumnos, los define como filisteos con un desprecio absoluto. Un adolescente que prepara ansioso su valija para las vacaciones venideras, mientras que celebra la masculinidad del James Bond de George Lazenby en Al servicio secreto de su majestad y se enfrenta, aparentando una evidente superioridad, al resto de sus compañeros. Una mujer encargada de la cocina de ese instituto que, en sus primeras acciones, mira su reloj y luego la ventana, de paisaje casi invisible por la violenta nieve que rodea al establecimiento educativo. Tanto el profesor Paul Hunham (Paul Giamatti), el problemático Angus Tully (Dominic Sessa) y la cocinera Mary Lamb (Da’Vine Joy Randolph) son personajes tristes y misántropos. Esta última característica aplica, principalmente, a los dos primeros protagonistas, que desde el momento cero evidencian claros rasgos de desprecio hacia (casi) cualquier persona que se les cruce.

La nueva película de Alexander Payne se ocupa de juntar a estos tres complejos y entrañables personajes tras una serie de eventos que los fuerzan a convivir aislados en el instituto. Paul es un profesor brillante y un erudito en historia de Grecia y civilizaciones antiguas. Pero también es una persona que genera rechazo tanto en el soberbio y distante trato que mantiene con sus alumnos (parecería en un principio que hasta disfruta de sus fracasos) como en lo físico: como si un ojo desviado no fuera suficiente, Paul también despide de su cuerpo un aroma nauseabundo, propio de una enfermedad que ni siquiera es dañina y solo sirve para repercutir más en el aislamiento de Paul con los demás.

Por su parte, Angus tampoco resulta para nada simpático y al igual que en el caso de Paul, lo físico también dice mucho de él. Especialmente su altura respecto al resto de sus compañeros, algo que da cuenta de la superioridad que siente sobre el resto. Angus es un adolescente que evidencia lo más complejo y contradictorio de la edad. De hecho, no es casualidad que las primeras apariciones de Angus en pantalla sean un calco del Holden Caulfield de El guardián entre el centeno, esa obra inadaptable de J.D. Sallinger.

En el caso de Mary, se trata de un personaje con un desarrollo un tanto diferente. Más allá de que el trinomio comparte la soledad como una gran mochila -la de de Mary surge desde el duelo y el trauma- ella servirá como puente para que la relación entre Paul y Angus empiece a cambiar. Porque como en gran parte de la filmografía de Alexander Payne, las tensiones en las relaciones se producen por las enormes diferencias entre sus protagonistas, en este caso, trazadas por la brecha generacional. Además, gracias a ese rol que termina asumiendo Mary de manera casi accidental sucederá algo que parecía que hace mucho no pasaba en su vida cuando, en uno de los primeros planos de su personaje, la vemos mirando el reloj: que el tiempo pase.


No tiene mucho sentido adelantar cuáles son las circunstancias que, a la fuerza, terminarán uniendo a estos tres personajes para compartir la Navidad. Sí, en cambio, puede decirse que Los que se quedan es una rareza apta para espectadores casi tan misántropos como sus protagonistas. De alguna manera, parecería que la decisión de Payne de realizar su nueva película como si se tratara de una película de la década del 70 (época en la que el director vio algunas de las películas que más lo definieron) no solo responde a una especie de homenaje a esos títulos, sino también a la ausencia de películas repletas de la sencillez y el humanismo de este octavo proyecto de su filmografía. Y, por ende, a la ausencia de un espectador acostumbrado a ver historias como esta en una sala de cine. Puede que por eso aquel público misántropo que se revela contra el estado actual de las cosas sea el que más disfrute de esta película. El indiferente, mientras tanto, tiene la oportunidad de disfrutar lo que merecida y obligatoriamente debe convertirse en un clásico navideño para repasar todos los años.



TÍTULO: Los que se quedan
TÍTULO ORIGINAL: The Holdovers
DIRECCIÓN: Alexander Payne.
ELENCO: Paul Giamatti.
GÉNERO: Drama. Comedia.
ORIGEN: Estados Unidos.

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