Noticias de ayer, ¡extra, extra!
El novato Juan va aprendiendo diferentes trucos estafando a la gente para ganarse unos pesos en la calle. Cuando la cosa parece complicarse, Marcos salta a su rescate y lo ayudará a enseñarle mejores y más ambiciosas trampas. ¿Pero podrá el joven confiar de un estafador aún más estrafalario?
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Por Ignacio Pedraza
Entre tanta obra remasterizada que proviene de afuera, discursos que vienen a cuestionar la cultura y al cine en medidas cuantitativas, una bocanada llega para combatirla aunque su estreno no tenga ese objetivo, más que el de disfrutar de un peliculón en la calidad que se merece: Nueve Reinas (2000) cumple 24 años y tras su anuncio de reestreno hace varios meses, ya podemos decir que lo tenemos entre nosotros.
La vivencia de la calle no es para cualquiera, y Fabián Bielinsky realiza casi una tesis sobre lo que es su supervivencia y los cuidados que hay que tener en la misma. En el mercado de una estación de servicio se conocen Juan (Gastón Pauls) y Marcos (Ricardo Darín) cuando el segundo logra sacarlo de apuros al joven en una jugarreta –no tan inocente- que no sale del todo bien. Más allá de la supuesta inexperiencia del primero, el personaje de Darín le encuentra potencial y lo utiliza como socio.
La trama sucede durante un día, donde vemos a los dos protagonistas en acción. Desde alianzas hasta pequeñas competencias para realzar el premio al embustero del país, Juan y Marcos establecen una extraña relación donde lo que menos hay es confianza debido a sus peligrosas ocupaciones y las condiciones en las que se conocieron. Sin embargo, cuando Sandler (Oscar Nuñez) les hace llegar la noticia de que pagarían muy bien por las estampillas que lleva el título del largometraje, inevitablemente se volverán comanditarios para lograr su cometido.
¿En qué momento Marcos le hará una gran treta al inexperto Juan para quedarse con todo? Será un riesgo que deberá correr el personaje de Pauls. Alejada a los lujos y suculentos presupuestos que manejaba la banda de Danny Ocean, la dupla deberá llevar adelante la estrategia para quedarse con las nueve reinas a través del ingenio.
Las cuadras y cuadras que transcurrirán los protagonistas lo harán cruzarse con aliados peligrosos y a la vez simpáticos que facilitarán una radiografía sobre las amenazas del pavimento y el instinto de supervivencia de las grandes metrópolis, pero a la vez con la idiosincrasia argentina, dándole mayor volumen y problematización a los lugares por los que se mueven.
Bielinsky logra su retrato en la travesía de los desfalcadores –con un guion memorable del propio director en el que abunda el raciocinio- tanto en la visión más social como en lo interno: las internas dentro de la familia de Marcos cuenta con mínima información pero que es totalmente funcional a la trama, con la dualidad entre el crédulo Federico (Tomás Fonzi) y el pícaro hermano mayor, pasando por el medio la dureza de Valeria (Leticia Brédice), donde toda la interacción entre los pasillos del hotel representan en menor medida lo vivido por los protagonistas. A esto se suma el sentido que tomó el proyecto con el correr de los años, ya sea como anticipo a lo vivido tiempo después con la vorágine socio-político propia de nuestro país.
Uno quiere pensar que no es casualidad que, en la semana que se celebra La fiesta del cine para acercar al público a las salas con precios más “populares” se estrena la obra maestra del gran director argentino, quien en apenas dos largometrajes –con El aura (2005)- logra representar sobre la supervivencia humana y las dobles intenciones, para volver a disfrutar de semejante film. A escuchar ese tema de Rita Pavone –que no recuerdo su nombre- para que sea una total celebración.
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