¿Héroe o villano?
El físico J Robert Oppenheimer trabaja con un equipo de científicos durante el Proyecto Manhattan, que condujo al desarrollo de la bomba atómica.
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Por Sebastián Arismendi
La Segunda Guerra Mundial sigue causando interés en el espectador, tanto así que se podría incluir dentro de un subgénero del cine bélico. Se ha contado casi todo sobre los años oscuros de la primera mitad del siglo XX, sin embargo, la creación de la bomba atómica fue un pendiente que Christopher Nolan quiso representar en su más reciente película: Oppenheimer.
Los logros y descubrimientos del científico estadounidense J. Robert Oppenheimer (1904- 1967) son historia, se le atribuye ser el padre de la bomba atómica al liderar el Proyecto Manhattan, una gran inversión de capital económico y cien mil personas encargadas de crear esta arma de destrucción masiva, todo esto con la finalidad de que los nazis o los soviéticos se adelantaran a obtener este peligroso artefacto.
Nolan quedó fascinado con la cita del Bhagavad-gītā que Oppenheimer citó: ‘’Ahora me he convertido en la muerte, el destructor de mundos’’, y bajo esta premisa se desarrolla el dilema moral que enfrenta el personaje de Cillian Murphy, es el remordimiento y cuestionamiento lo que carcomerá la cabeza del científico y la lucha contrarreloj para desarrollar la bomba atómica. Siendo el tiempo un factor característico de las películas del director, acá es usado como un hecho y no como un rompecabezas.
Murphy interpreta el papel de su vida al ponerse en la piel de este físico, pero no solo eso, se siente y transmite la culpa, en su mirada el actor irlandés refleja a Oppenheimer, pero también lo entiende. Emily Blunt también se destaca como su esposa, siendo este film de gran importa masculina, sobre hombres tomando decisiones para el mundo. Blunt elabora un gran papel de reparto. Y luego de Iron Man, fue una buena decisión la de Robert Downey Jr. de volver al drama: acá interpreta su mejor papel desde Entre besos y tiros (Kiss Kiss Bang Bang, 2005), acerca de cómo darle peso y ambivalencia a su rol.
Nolan toma todas las ambiciones necesarias y nos ofrece un thriller histórico y jurídico de tres horas, donde el espectador se pone a prueba no solo por su duración sino por la atmósfera pesada y devastadora. Esto es producto del montaje no lineal y el tema a tratar, junto a la música de Ludwig Göransson y el blanco y negro de Hoyte Van Hoytema que nos sumergen en una densidad difícil de asimilar. Estamos siendo bombardeados de estímulos narrativos y audiovisuales, pero no de los más gratos, sino de los inquietantes y solemnes.
La película funciona sí y sí en salas, más si es una donde el sonido sea el mejor. Oppenheimer es un despliegue más que visual, sonoro. En IMAX puede causar jaqueca por la cantidad de ruido, esto ha pasado antes en películas de Nolan, pero puede disgustar sino se está acostumbrado. La mezcla de sonido es un jaque sobre todo si ves la película sin subtítulos, no se oye lo que dicen los actores ante los altos decibeles.
Pasan muchas cosas a nivel narrativo y son demasiados los personajes introducidos, una cantidad de nombres frente a nosotros. El montaje ayuda a ser el ritmo más rápido, sin embargo, esto hace perder la atención si no se está concentrado.
Oppenheimer es una película de Nolan para sus fanáticos más ortodoxos y también para los interesados en la historia. No es recomendable para quien quiera pasarla bien el cine pues hay que tener paciencia, una buena vejiga para soportar la duración, concentración y saber cómo lidiar con su ambiente truculento.
TÍTULO ORIGINAL: Oppenheimer
DIRECCIÓN: Christopher Nolan.
ELENCO: Cillian Murphy, Emily Blunt, Florence Pugh.
ELENCO SECUNDARIO: Matt Damon, Robert Downey Jr., Rami Malek, Josh Hartnett, Dane DeHaan.
GUION: Christopher Nolan.
FOTOGRAFÍA: Hoyte Van Hoytema.
MÚSICA: Ludwig Göransson.
PRODUCCIÓN: Christopher Nolan.
GÉNERO: Histórica. Drama. Biográfica.
ORIGEN: Estados Unidos.
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