28 de marzo de 2024

Amor a primera vista en Netflix

Se basa en la obra del dramaturgo Guillem Clua y la podés encontrar en Netflix. La temporada tiene 8 episodios en los que verás cómo los diferentes vínculos entre los personajes atraviesan momentos de amor, desamor, curiosidad y confusión.


Por Lucía Tedesco

Smiley comienza con un mensaje telefónico de Alex (Carlos Cuevas), un bartender algo obsesionado con enamorarse, en el que expresa su bronca y le pide explicaciones a otro joven que lo ilusionó, y luego desapareció. Pero quien recibirá ese mensaje será Bruno (Miki Esparbé), un arquitecto romántico y un poco maniático con un aire a Ross Geller, que decide entablar conversación y conocer al hombre detrás de una extraña voz en su contestadora.

Gran parte de las escenas pasan en el Bar Bero, donde Cuevas trabaja junto a sus amigos y socios, Verónica (Meritxell Calvo) y Javier (Pepón Nieto), a quien le sienta super bien transformarse en Keena Mandrah y hacer shows como drag queen. Todo sucede en una Barcelona vestida de invierno y diversa de una forma tan natural que aun en el siglo 21 es poco frecuente. A esto se le suma un clima festivo que le dará una cuota de drama y emoción a todos los arcos. Aunque en el desarrollo de los mismos se verán situaciones bastante profundas que, por momentos, correrán el foco del conflicto entre los personajes principales. Sería ideal tener una segunda temporada que le de más espacio a la resolución.

Si se investigan un poco los códigos de la serie, más allá de entenderla por lo que se ve, hay detalles implícitos, buenos y no tanto, a destacar. Principalmente, que la pareja protagonista sea homosexual es un paso más a seguir abriendo el mundo del cine. Los gays ya no tienen que conformarse con ser el mejor amigo de la protagonista, hoy pueden contar en primera persona, y esa amplitud en las tramas LGBTIQ+ es un punto a favor, a pesar de los inevitables clichés.
El punto en contra reside en el abordaje del lado catalán de la serie. Sí, se muestran tres personajes hablando el idioma a lo largo de todos los capítulos. Pero todo el tiempo pareciera haber una línea que divide a un español moderno de un catalán que lo hacen ver como conservador, burgués y que encima no sabe cómo vivir la vida que desea. La comparación con el correr de los episodios se vuelve evidente.


Aunque es verdad que cada producción audiovisual suma por un lado y resta por otro, no necesariamente hace que todo se trate de criticar. Sino también de que en la comunidad LGBT+ pueda existir un filme sencillo, capaz de atraer un público que, simplemente, busque una serie más que hable del querer y cómo es relacionarse con otro, con ese toque que tiene la temática de fiestas de fin de año.

Sobre la parte técnica, el uso de la pantalla dividida y el montaje paralelo son ayudan a contar el relato. Además, el recurso de las apps en la pantalla le otorga dinamismo. En cuanto a la dirección de fotografía, sobre todo en la elección de planos y tonos de color, se ven referencia al estilo del director Pedro Almodóvar.

El momento de ver Smiley es ahora, aprovechando la época. Aún no está confirmada la segunda temporada. Pero ¡no teman! Si la ven y quieren saber cómo sigue, hay una secuela del mismo autor y podrán saber qué sucederá entre Alex y Bruno. Se llama Smiley, después del amor.

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