El nuevo trabajo del comediante para Netflix
Sonny (Kevin Hart) es un amo de casa impecable, pero sin diversión en su vida. Tras las vacaciones de su esposa Maya (Regina Hall) y sus hijos, el protagonista está ante la posibilidad de volver a disfrutar en el cumpleaños de 44 de su jovial amigo Huck (Mark Wahlberg).
Por Ignacio Pedraza
Dentro de los suculentos contratos que tiene Netflix con sus figuras, el de los estrenos continuos e inmediatos debe ser una de las condiciones primordiales. Caso contrario no se explicaría las genéricas (y repetitivas) producciones que ofrece Kevin Hart.
En este caso poseemos ante nosotros Tiempo para mí (Me Time, 2022) que lo tiene al comediante compartiendo pantalla con Mark Wahlberg, quien se posiciona como el co-equiper en cuestión para el nuevo proyecto. Sin embargo sería extraño imaginarse algo distinto por parte de Hart, ya que vuelve con una comedia insípida y con pocas cuestiones a destacar.
Al igual que en sus trabajos previos, Sonny presenta las mismas características a protagonistas anteriores del mismo intérprete como Escuela nocturna (Night School, 2018) o El hombre de Toronto (The Man From Toronto, 2022) donde se encuentra sin trabajo y como un impecable amo de casa que está atento a todas las rutinas familiares pero que no disfruta de la vida, eclipsado a la vez por una profesional de la ostia como es su esposa –en este caso a cargo de Regina Hall– y que un evento nocturno evidencia todas sus desgracias. Sin embargo, la costumbre sufrirá sus cambios tras las libertades que encuentra el padre de familia al reencontrarse con su viejo amigo Huck, quien cumple con la rigurosa figura que comparte pantalla con el humorista que se caracteriza completamente en la vereda de enfrente a las formas de ser y visiones del otro. Suena de algún lado la trama, ¿no?
Si bien la premisa de Tiempo para mí puede ser una idea común a lo visto anteriormente, lo más pobre de la nueva producción pasa principalmente por la secuencia de los hechos y la poca fuerza que tiene la problemática a lo largo del relato, con mínimos conflictos para poner a sus personajes en interacción ya que simplemente son escenas buscando el remate humorístico.
Hay dos contrapartes en la película: a diferencia de otros largometrajes de Hart, su director John Hamburg (también guionista, quien ha tenido buenos antecedentes en el género como Mi novia Polly) amplía el universo de la familia Fisher y tenemos momentos familiares sin el padre, algo que no siempre sucede ya que el protagonista abarca cada una de las situaciones. Sin embargo, cuando uno repasa el resto del reparto que compone la comedia ninguno logra sobresalir y todo queda en la nada o rápidamente solucionable, principalmente por el “mafioso” Stan (Jimmy O. Yang) y la desinhibida –sin éxito- Thelma (Ilia Isorelys Paulino).
Por último, y lo que muchas veces puede sacar a flote el proyecto, pasa por la química en la dupla protagónica: más allá de ser dos de los nombres más importantes dentro del género en los últimos años, no se encuentra gran fuerza entre los dos personajes cuando interactúan, o no con la potencia que uno podía esperar en la previa, sumado a que llevan todo el peso del relato en sus hombros por lo acartonado del resto del cast. Si bien Hart logra complementarse mejor aún de lo que lo hizo recientemente con Woody Harrelson, en el caso de Wahlberg lo encontramos con mayor riqueza junto a otros actores como Will Ferrell.
Poco le importará todo esto a los fanáticos del humorista, y seguramente disfrutarán como lo hicieron con sus antecedentes filmográficos. Del otro lado de la moneda, varios encontrarán algo que ya han visto -sin la misma solidez- anteriormente.
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