10 de marzo de 2025
godzilla minus one

Símbolo de redención

En la Japón posguerra, una criatura atómica aparece para aterrorizar a los ciudadanos. Tras esto, un grupo de sobrevivientes deberá de ingeniárselas para poner fin a la amenaza.


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Por Lucas Soto

Hace 70 años, Ishirō Honda nos presentaba al primer Kaiju responsable de cundir el pánico en las calles japonesas: Gōjira, o como lo conocemos en occidente, Godzilla. Presentado como una metáfora de las terribles secuelas que dejó la Segunda Guerra Mundial y el peligro inminente que representaba la Guerra Atómica -tras el genocidio de Hiroshima y Nagasaki-, Godzilla se plantaba como un símbolo de destrucción total; su grito característico y su aliento radiactivito no hacia más que destruir todo a su paso.

Con el paso de los años, la figura del Kaiju alcanzó una popularidad inconmensurable, logrando así que su reino del terror se transformase en una tarea más “superheroica”. A lo largo de su basta filmografía, la criatura, ahora ocupando un rol más similar al de un antihéroe que al de un antagonista, debió de enfrentarse a un sinfín de otros Kaijus que amenazaban con la paz del territorio. Claro está que la oposición de Godzilla hacia estos monstruos no era por puro altruismo, sino por su mera esencia de macho alfa para así reafirmar su dominación frente al resto de los oponentes.

Desde Mothra, Ghidorah y hasta King Kong, la galería de villanos, cada vez más coloridos, hizo que aquel símbolo de miedo y destrucción inicial quede guardado en el cajón, catapultando a Godzilla como el Kaiju favorito de todos. No sería hasta 2016 que Hideaki Anno (creador de Neon Genesis Evangelion) y Shinji Higuchi presentasen en Shin Godzilla una versión mucho más fiel a ese primer monstruo que surge de las profundidades del océano para aterrorizar a la población. Tras su éxito en taquilla y luego de cosechar críticas positivas de los fans, inicia la era Reiwa, caracterizada por diferenciarse de las super producciones que Warner Bros. lleva trabajando bajo el sello del Monsterverse.

Luego de la trilogía animada estrenada en Netflix, Godzilla Minus One aparece no solo para reafirmar el objetivo principal de esta nueva era, sino para plantarse como competidor directo del mercado hollywoodense y también mostrar tridimensionalidad en sus personajes humanos, principales víctimas del
horror que infunde nuestro gigante preferido.

Nuevamente ubicados en la Japón posguerra, la aparición de Godzilla como un enemigo imparable e indestructible se contrapone con el personaje de Kōichi, un piloto kamikaze que se jacta de haber sufrido problemas técnicos en su avión para así no cumplir su principal rol en la batalla: sacrificarse para poner fin a la amenaza. A lo largo de la película, el protagonista deberá de comprender su verdadero rol en la lucha, transformando así sus temerosas y dubitativas decisiones en la misión que puede no solo cambiar su vida, sino salvar la de los suyos. Si Godzilla es un símbolo de destrucción, Kōichi es la redención y esperanza.

Frente al éxito rotundo que significó su estreno, y luego de obtener el primer Oscar para la saga, Godzilla Minus One llega a las salas argentinas para reafirmar que, lejos de agotar sus recursos e ideas, el Kaiju está preparado para seguir pisando fuerte unos 70 o, incluso, 100 años más.


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