Alemania: Llegó a los cine el film de María Zanetti (REVIEW)

Tanta gente hablando a tu alrededor

Lola tiene la posibilidad de viajar a Europa como estudiante de intercambio. Sin embargo, los embrollos familiares en el cuidado de su hermana Julieta no tendrán en prioridad dicha travesía, por lo que la joven deberá arreglárselas para lograr su cometido.

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Por Ignacio Pedraza

Cualquier sinopsis para Alemania (2023) puede quedarse corta. La película escrita y dirigida por María Zanetti no es solo sobre los malabares que intentará cubrir Lola (Maite Aguilar) ante la posibilidad de viajar al país título del film. Es la Argentina de los 90, las mañas paternas por flotar económicamente, los sueños europeos de primer mundo, las enfermedades mentales y, también sí, sobre el crecer y los primeros pasos a la adultez. Porque ante todo, el nuevo estreno nacional viene a relucir todos los atributos del coming of age, con múltiples subtramas que rodean a la protagonista –y la forjan- pero que a la vez no deja de ser sobre una maduración.

Lola quiere viajar al país teutón. ¿Las materias que debe en el colegio? Si estudia aprobará todas. ¿La distancia? No importa, su amiga Tati (Gala Gutman) viajará con ella. ¿Y la familia? Bueno, ahí puede estar uno de los disparadores para que su planificación se vea trunca. Lo económico no deja de ser un escollo en el objetivo, pero aún más los problemas con su hermana Julieta (Miranda de la Serna) donde los focos están puestos.

Dicho viaje académico es la punta de la pirámide en la búsqueda de la joven, pero que en el mientras tanto está sujeta a varias cuestiones que la irán forjando. Sus inquietudes sobre los chicos, la música y el conocer nueva gente se irán tejiendo interna y exteriormente para Lola, tan comunes para cada ser pero que no dejan de ser significativos. En Blondi (2023), el viaje de estudios de Mirko (Toto Rovito) significaba un quiebre en la convivencia; proporcionalmente inverso a lo que sucede con la joven, dado que la coyuntura lo esconde en la lista de prioridades.

La riqueza de lo hecho por Zanetti pasa por dos cuestiones: lo bien representado que está en términos de sub-género para el retrato de su protagonista y remarcar una etapa que, sin estar exento de lugares comunes, logra interesar. Por otro lado, captar la idiosincrasia argentina –sin que pierda decodificación por otros pagos del mundo- en un momento específico y sin lugar a dudas relevante en términos sociales, económicos, culturales y –por qué no- políticos. Sobre esto último, el trabajo en la fotografía de Agustín Barrutia para la recreación de los confusos finales de los noventa es nítido, logrando remarcarse a través de los planos y hasta el uso de videograbadoras de la época.

La narración corría con el riesgo de que una temática pudiera eclipsar todo: el tratamiento sobre la salud mental es destacado en el relato –con una interesantísima De la Serna– pero encuentra el espacio justo para que su abordaje, cabe decir con muchísima altura y sin golpes bajos, no sea totalizador. A saber de la fuerza y el potencial que podía convertirlo en un huracán temático, logra congeniar.

Somos testigos de los pensamientos y cambios de perspectiva de Lola gracias a la gran interpretación de Aguilar, quien no tiene ningún problema en ponerse al hombro la acomplejada situación y sin necesidad de recurrir al histrionismo para convertirla en un espacio bien intimista pero potente. En el mismo sentido está acompañada por sus padres (María Ucedo y Walter Jakob), en un reparto trabajando en el tono propicio que ofrecía su realizadora.

Hay múltiples lecturas para semejante obra. En estas líneas seguramente obviamos muchísimas, pero que demuestran lo buena que es: la capacidad de salir de la sala, reunión o desde donde se disfrute de Alemania, y que genere charlas y discusiones por diferentes callejones. A diferencia del hitazo de Charly -espléndidamente colocada a través de la musicalización de Sergio de la Puente– se puede ser muy feliz con tanta gente hablando a tu alrededor, pero del cine nacional.